Las prácticas en el extranjero y el aprendizaje basado en proyectos

Las prácticas profesionales en el extranjero que se organizan en el marco de proyectos Erasmus y Leonardo serían una fantástica oportunidad para el aprendizaje basado en proyectos.

Para cuando llegue el momento del viaje, los alumnos podrían haber aprendido cómo formular objetivos, cartografiar el tejido productivo de un determinado lugar o contexto lingüístico, crear un blog personal para comunicar quiénes son y qué saben, establecer relaciones con empresas en las que les gustaría realizar sus prácticas, organizar el viaje y el alojamiento y, mientras hacen todo esto, darse cuenta de que necesitan esforzarse mucho en aprender bien el idioma de sus prácticas.

Sin embargo, muchas organizaciones que dan la oportunidad a los alumnos de realizar prácticas profesionales transnacionales, las siguen ofreciendo como «plazas», como si de oposiciones se tratara. El mismo camino a recorrer, la misma experiencia precocinada, la misma felicidad para todos. Es una manera de echar a perder una valiosísima oportunidad de aprender-hacer-compartir que prepararía a vivir en un mundo en red.

Aprendizaje distribuido

El fin de semana unos amigos, profesores de secundaria, nos comentaron cómo han ido viendo en los últimos años reducirse con rapidez la importancia de la escuela en lo que sus estudiantes, expuestos a muchos estímulos de muchas fuentes, acaban aprendiendo.

Hoy me he encontrado con una publicación que define conceptos de aprendizaje online para la educación que ocurre entre los 4-6 y los 16-19 años de edad; lo que en EE. UU. llaman K-12. Los listados de definiciones, similares a las enciclopedias, siempre me han cautivado, de modo que entre las docenas de pestañas de navegador abiertas desde la mañana, ésta fue una de las pocas que he llegado a leer.

Me gustó que al aprendizaje online o a distancia lo llamaran aprendizaje distribuido. Que digan que en 5 años cada alumno de más de 12 años estará participando en algún tipo de aprendizaje distribuido significa que a los niños más mayores se les estará permitido aprender como si fueran… eso, niños más mayores y que las metodologías para ellos se acercarán a las del aprendizaje de adultos.

Me tranquilizó que entre las definiciones tuvieran su firme lugar «blog» y «wiki» y no estuvieran los servicios de redes sociales y otros servicios web centralizados. Ah, y a la escuela tal como la hemos conocido la llaman «escuela de ladrillo y mortero», dos ingredientes de la prosperidad cuyo auge, como no tenerlo claro a estar alturas, ya pasó. También en el sector de la educación.

Effortless

Ayer conseguí hacer bien y entero esta postura de yoga por primera vez. Llevo tres años practicando con una regularidad de 2-3 clases a la semana. Ya tenía pensado explicación de por qué esta postura no podría hacerla nunca. Lo increíble es que ayer lo hice sin esfuerzo. Sencillamente me salió. Y me recordó una máxima de la simplicidad y la usabilidad: que, como resultado del diseño, sea effortless usar el objeto / aplicación web. Y pensé que si algo se hace effortlessly es porque hubo alguien que hizo mucho, muchísimo esfuerzo para que sea así. Y eso es un logro grande.

Más contexto que contenido

Del artículo «Si las Universidades cotizaran en Bolsa», de Juan Urrutia y Aurelia Modrego, me apunté las siguientes frases.

En cuestión de desarrollo e innovación lo que se va a privilegiar es la capacidad de resolver problemas, que es lo que realmente va a aumentar la base de conocimientos y es fuente de generación de nuevas ideas conducentes a la realización de cambios. Cambios que son necesarios y convenientes, porque ayudan a crear estructuras mentales de aprendizaje que permiten la absorción de innovaciones, y que desgraciadamente son, a menudo, imposibles porque rompen intereses corporativos justificados torticeramente como requisitos para la transmisión de los valores eternos.

Remarca la importancia que para el aprendizaje tienen hoy los contextos adecuados frente a los contenidos, hoy ya abundantes. Las innovaciones en las empresas o los aprendizajes en las personas, se alimentan de un continuo de nuevos contextos. Son los que permiten llegar a los límites del mapa hasta ahora conocido y tender el cableado para llegar a nuevos territorios.

Homo Competens: maestro de tus destinos, dueño de tus talentos

Homo Competens es el nombre que Bert De Coutere, responsable de eLearning de IBM en Bélgica, da a los trabajadores del conocimiento en un libro que escribió como proyecto personal.

Es el punto de vista de alguien que lleva 10 años trabajando en la formación continua de empleados, cuyo primer y único empleador ha sido IBM, que es consciente y te avisa de sus sesgos («miro el mundo a través del gafas corporativas y de economista») y, lo más importante, con una enorme capacidad de explicar las cosas de un modo pragmático, especiado con pequeñas dosis de escepticismo y humor.

El mensaje más importante del libro es el emplazamiento de la mayor parte de la responsabilidad y la propiedad de las competencias / saberes / talentos (elijan el término que más les guste) de la mayoría de las personas desde la empresa hacia la propia persona. Un emplazamiento cuya necesidad surge de «los tiempos en los que vivimos»: en el mundo red –que De Coutere describe en términos de pequeño, plano, rápido, volátil y ambiguo– seremos más felices y prósperos con el enfoque de «eres el dueño y responsable de tus talentos» que con el del «trabajo para toda la vida».

El autor deja claro que le gustaría vivir en una sociedad meritocrática: «Quiero vivir en una economía del talento en la que los únicos factores de discriminación son el talento y el desempeño. Puedes ser un alien agnóstico y albino, si haces bien el trabajo, es tuyo.» El hecho de que haya escrito un libro por iniciativa propia y bajo su marca personal hace que le creamos.

El libro es pragmático porque intenta crear un marco para la construcción de competencias no sujeto a sistemas formales, en el cual sea posible para la persona hacerse cargo de ésta. Así, organiza el camino que lleva a desarrollar un talento en actividades de tres tipos: aprender, hacer y compartir. Aprendiendo construimos conocimiento, haciendo construimos experiencia mientras que compartiendo construimos reputación.

Una de las cosas que De Coutere recalca mucho es que en el mundo red, aprender necesita más de contextos que de contenidos. La consecuencia de esto es que el papel de las comunidades y del mercado como generadores de contextos se hace esencial. Lo otro en que pone énfasis es la importancia de la validación del talento, para lo cual ofrece una serie de ejemplos innovadores y acordes con el hecho de que el 80% del desarrollo de saberes se produce fuera de sistemas formales y también acorde con que la segunda pregunta después de ¿Tienes talento? es siempre ¿Puedes demostrarlo?

Al final del libro podemos leer una curiosa «entrevista con el futuro» en la que describe su visión de un sistema de incentivos para el Homo Competens (no queda claro si corporativa o en qué marco). En ella, los trabajadores cobrarían un sueldo base por las competencias que hayan desarrollado aunque no hagan ningún trabajo concreto, un fee por los proyectos en los que trabajan y, en ocasiones, un bonus por los resultados de estos proyectos. Un sistema que me recuerda, por cierto, al «paraíso comunista» de Marx.

El libro me ha resultado por un lado inspirador y por otro lado muy útil, pero no lo suscribiría entero. Hay tres cosas que cambiaría. Uno es la confusión de las licencias Creative Commons con el Copyleft en el capítulo «Compartir algo no es perderlo». El segundo, la recomendación de escribir patentes para construir reputación (aunque reconoce que hay que adaptarlas a la sociedad red ya que son hijo de la sociedad industrial). El tercero es que el libro se ha publicado reservando todos los derechos, algo que creo contribuyó a que estuviera tan poco conocido (aunque yo haya compartido ya varios dibujos del mismo sin preguntar).

Knowledgeblackbelt: cuando el conocimiento lo valida la comunidad

Uno de las cuestiones constantes en el desarrollo de talento es cómo conseguir que otros (que quiero que me contraten) sepan lo que yo sé hacer (y me contraten). Entre las evidencias posibles, lo que una parte tercera y reconocida diga de mí, está en la liga de las más convincentes. Estas terceras partes suelen ser universidades, estados o autoridades sectoriales de certificación. Knowledgeblackbelt.com es una versión comunitaria de eso.

Sigue leyendo Knowledgeblackbelt: cuando el conocimiento lo valida la comunidad

Tiempo de contacto

«Tiempo de contacto» es como se denomina en la jerga del sector de la educación el tiempo que los maestros o profesores pasan activamente con sus alumnos, prestándoles atención, guiando, acompañando y ofreciéndoles contexto para la construcción de su saberes. El resto de su tiempo de trabajo, el maestro o profesor lo pasa organizando y preparando el «tiempo de contacto»; eso también incluye la formación continua de su propia persona.

Ahora bien, resulta que una de las consecuencias de los recortes en algunos sistemas educativos de la Península es el aumento del tiempo de contacto. En relación a ello, hay opiniones de que más tiempo de contacto puede reducir el tiempo de preparación y así disminuir la calidad pero también dudas de que esto tenga repercusiones serias en la calidad docente. Esto último se hace sacando un dato de Grecia donde el tiempo de contacto es muy bajo (se asume, por tanto, que hay mucho tiempo disponible para la preparación) y la calidad, según los resultados del estudio PISA, también bajo. Muchos piden esquemas de incentivos nuevos; sobre los resultados de uno de estos esquemas, el «No Child Left Behind» de EE UU, no dejan de llegar noticias preocupantes.

Mi opinión al respecto es que, aunque a nivel de sistemas educativos enteros el tiempo de contacto no tenga correlación clara con la calidad, es difícil de argumentar que el tiempo que una persona intrínsecamente motivada pasa formándose y preparándose para enseñar a otros, no tenga luego que ver con la calidad de la clase que ofrece. Cómo se mide esa calidad es una cuestión nada desdeñable y, para pensarla, me quedo con la «ley» de la medición del desempeño de Donald T. Campbell citado por Richard Rothstein:

The more any quantitative social indicator is used for social decision-making, the more subject it will be to corruption pressures and the more apt it will be to distort and corrupt the social processes it is intended to monitor. (Cuanto más se utiliza cualquier indicador cuantitativo para decidir sobre políticas sociales, más se expondrá esa política a la corrupción, y más distorsiones causará en los procesos sociales que intenta medir.)

En un contexto así es esperanzador que se fortalezcan, también en EE UU, las iniciativas de unschooling.

Dinero vs Trueque

Crecí en un pueblo pequeño donde el trueque –y más aun el apoyo mutuo– era moneda de cambio frecuente. La admiración de la que disfruté el día en que, ni siquiera yo sino mi padre, volvió a casa con 14 kg de setas que luego repartió entre los vecinos es, por su característica única y extraordinaria en la historia del pueblo, el primer recuerdo que me viene a la mente cuando pienso en ello.

Sigue leyendo Dinero vs Trueque

Vapor de hojalata

Me servía de consuelo […] volver a mi influyente amigo, el apaleado, torcido y arruinado vapor de hojalata. Subí a bordo. Resonó bajo mis pies como una lata de bizcochos Hunlay and Palmer vacía que se hubiera hecho rodar de una patada por un canalón; no era de estructura sólida, y mucho menos bonito de forma, pero había invertido en él demasiado trabajo como para no quererlo. Ningún amigo influyente me hubiera servido mejor. Me había dado la oportunidad de moverme un poco… y descubrir lo que podía hacer. No, no me gusta el trabajo. Prefiero holgazanear y pensar en las cosas buenas que pueden hacerse. No me gusta el trabajo –a ningún hombre le gusta–, pero me gusta lo que hay en el trabajo, la ocasión de encontrarse a sí mismo. Tu propia realidad –para ti, no para los demás–, que ningún otro hombre puede conocer jamás. Ellos sólo pueden ver el espectáculo, pero nunca pueden decir lo que realmente significa.

Joseph Conrad: El corazón de las tinieblas

El flujo y la sustancia

El fin de semana me acordé de George Siemens para volver a visitar su blog y descubrir cómo un post que defendió el poder de los hashtags como generadores de movimientos sociales le produjo desafección con el social media, es decir, plataformas enfocadas no en la sustancia y significado de las conversaciones sino en su flujo al que, además, centralizan. Muchas veces el resultado, constata también Siemens, son conversaciones banales y vacíos.

Me parece útil su asociación de estas herramientas con las emociones frente a otras herramientas, por ejemplo los blogs y los sitios personales, enfocadas en la reflexión y el fortalecimiento de la presencia online autogestionada, las que asocia con el intelecto. Quizá porque estos días he estado leyendo sobre los procesos cerebrales que acompañan las creencias en fenómenos paranormales o revelaciones divinas, pensé en los dos hemisferios del cerebro, la derecha productora de emociones y creatividad y la izquierda productora de la razón y el intelecto (dicho de una manera muy simplificada). Pensé que si el equilibrio entre los dos facilita el hacer el camino de la vida para la persona (dentro de unos márgenes que varían de una persona a otra), el equilibrio entre el flujo y la sustancia facilita el hacer la vida en grupo o sociedad. Pues parece que Siemens se queja de un desequilibrio tremendo respecto a esto último en el entorno en el que él vive.

Para terminar este post, quiero citar el párrafo en el que resume los beneficios que le reportaron los dos tipos de herramientas, los sitios web gestionados enteramente por él por un lado y Facebook y Twitter por otro lado:

I’ve been blogging since 2000 and can attribute a numerous positives to this activity: I was hired at University of Manitoba because of my blog and bi-weekly newsletter. I was hired at Athabasca University for similar reasons. I have traveled to over 30 countries and delivered over 200 presentations in the last decade due to my transparent online presence: blogging, writing, teaching. What has Twitter and Facebook done for me? Nothing, really. Other than perhaps attending to my emotive needs of being connected to people when I’m traveling and whining.