Fuerzas nacionales de dibujantes de cómic

«Medio centenar de dibujantes nacionales trabajan regularmente para EE UU»

Luego uno descubre que la mirada marca-país es del periodista, no de los dibujantes:

«Nadie hace encargos porque seas de un país determinado.» (…) ¿Español? Por ellos, como si eres marciano.»

Aunque luego no falte quien cuente el relato de una tradición que empezaría en la Prehistoria:

«desde incluso Altamira hasta los pintores clásicos».

Los encantos del bosque originario

¿Habrá energía de fusión?

La respuesta cotiza en el mercado de oráculos del cual todo indica que es preferible mantenerse a una sana distancia. Lo que sucede es que ya es la segunda entrevista que leo con el director del Culham Centre for Fusion Energy y es la segunda vez que me pega su entusiasmo. Habla como sigue:

«Salvar el planeta es muy bonito. Hacer algo que nadie antes hizo, es atractivo. Pero, en última instancia, esto lo que es, es fascinante. Trabajo en el mejor laboratorio de fusión del mundo donde hacemos, diariamente, física a un nivel increíblemente alto. Cada noche en el tren a casa, prefiero hacer un cálculo más que un sudoku, por ejemplo de cómo se comporta un plasma de 200 millones de grados centígrados en un campo magnético. Cosas como esta son de una importancia crítica para el futuro del mundo pero también son una diversión de la leche.»

No sé si será bueno en conseguir fondos para la investigación (sospecho que malo no es), uno de los determinantes de cuándo será rentable la fusión, pero sus incentivos, en el fondo, están donde tienen que estar en un científico.

Nuevo modelo de gestión en las Cámaras

«A los tres meses de su toma de posesión como presidente del Consejo Superior de las Cámaras de Comercio, Manuel Teruel ha anunciado hoy «la puesta en marcha de un nuevo modelo de gestión empresarial, que cobrará por los servicios prestados, ya que está demostrado que lo gratuito ni agradecido ni pagado».»

Me parece maravilloso que el presidente de las Cámaras piense que es bueno cobrar por los servicios que prestan, pero ¿cuándo exactamente fue que sus servicios eran gratuitos?

Terroir Salto

El segundo aterrizaje en Monte culminó con lluvias torrenciales que nos invitan a quedar en casa, con los pies apoyados en el borde de la chimenea. Luego del primer almuerzo de picaña preparada, de momento, en la sartén, Jose descubrió el método para mantener el fuego vivo con leña algo húmeda y lo celebramos con un Stagnari Tannat Terroir Salto 2011.

El 2011 sorprende, pero en realidad no quiere decir más que se trata de la última cosecha. En el hemisferio norte, la última cosecha siempre es del año pasado. Acá, en el hemisferio sur, se puede, en el mismo año, vendimiar, vender y degustar el vino producido.

El añadido de Terroir Salto tiene otra historia. Un consultor de Minneapolis decidió ampliar, en 2004, el significado del vocablo que en francés dice territorio, para referirse a una extensión geográfica que presenta alguna particularidad llamativa en su producción agrícola. O sea, es la «denominación de origen» en América, una historia que apenas ha empezado aún. Stagnari es, quizá, una de las primeras bodegas en el Uruguay que aplica lo que en círculos académicos llaman una estrategia de diferenciación de productos y revalorización del territorio y sus comunidades mediante la identificación y desarrollo de Terroirs vitícolas.

El Terroir Salto, de seis euros, es, por cierto, un vino dulce, de alta graduación y que recuerda al Oporto.

Un mundo interesante

David Friedman cuenta en su blog otro ejemplo de lo que llama «la muerte de la propiedad intelectual» en el negocio de la edición, en este caso de un cómic web steampunk. Parecido al caso de La amenaza de los dioses, escrito por Juan Pina y editado en la Colección Biblioteca de las Indias, se paga por un el objeto físico –libro y dibujos impresos–, y el pago va vinculado a una conversación, a la experiencia de conocer personalmente al autor –en fiestas de mecenazgo con vino y la presentación del libro en el caso de La amenaza, y a convenciones steampunk en el caso del ejemplo de Friedman–. Un mundo interesante con espacios para thrillers de ciencia ficción en dominio público y vinos con el autor para financiar la edición en papel. Una amenaza para los que defienden el status quo, una oportunidad para los bricoleurs.

Los futuros en la agricultura y la ganadería

«Si aún así la gente decide entrar en este negocio, lo hace en parte porque le gusta el modo de vida», afirma la voz que representa un millón de jóvenes agricultores en Europa.

Mientras la voz lo dice para convencer a las instituciones europeas de la necesidad de un mayor apoyo público a los «jóvenes» del sector, yo, al margen, pienso que no nos podría pasar nada mejor que la gente entre en el negocio porque le gusta el modo de vida y no porque la Unión Europea les protege. Porque si les gusta, encontrarán el modo de vivir de ello, no hay más que ponerse a hablar con algunos para verlo.

El vacuno argentino será una nueva competencia para las carnes que vende Leticia pero, al mismo tiempo, el comercio será mucho más que una guerra de precios, habrá clientes de sobra para los que cuiden la receta del garum, sean más grandes o más pequeños, y hasta puede ser que Leticia empiece a vender cortes argentinos o asesorar sobre ganadería ecológica en Uruguay.

Charter cities, ¿interacción o participación?

Un espacio público y horizontal de debate donde las vecinas y vecinos podemos participar de la toma de decisiones sobre los temas que nos afectan en la vida política, de forma activa, como ciudadanos y ciudadanas sin que importen tendencias políticas o ideologías.

Me imagino no era su intención pero nada mejor que esta frase para demostrar el significado de la palabra participar: por mucho que se diga que no importa la ideología, eso de «las vecinas y vecinos» no deja lugar a dudas respecto a en qué (ideología) te invitan a participar: el nacionalismo. Y no pasa nada, la ideología, o sea los valores, son necesarios para construir. La cuestión es para qué y para quién sirve en este caso decir que no lo son.

Me imagino que los indignados y los jóvenes sin futuro pasarían de irse a una charter city, una ciudad que se construye a base de un terreno no habitado, una constitución (un charter) y muchas-muchas empresas y personas inmigrantes que quieran vivir según esa constitución. Sin embargo, acabé por relacionar las dos cosas porque me pregunto hasta qué punto la charter city permitirá ir más allá de la participación y, por ende, de (un nuevo tipo de) nacionalismo. ¿Será un marco adecuado para nuevas formas de organización social? ¿Competirá, por ejemplos, con proyectos como seasteading?

La pregunta surge desde el primer momento, puesto que ocupar un terreno no habitado supone que un estado se lo tenga que ceder a los promotores. En el caso de Honduras, el primer estado que promoverá la creación de una charter city en su territorio, «se pretende que el Congreso Nacional apruebe que una pequeña porción del territorio nacional se seleccione a efecto de crear un polo de progreso y bienestar».

Respecto a la constitución, la pregunta natural es quién lo escribe, la mirada de quién se materializa en ella. Crear una constitución a partir de la interacción requiere mucho tiempo y más aún si se trata de millones de personas. De ahí que no sorprenda que según Paul Romer, el creador del concepto de charter city, será deseable que la constitución nazca a partir de un consorcio de estados-nación. Como ejemplo pone la Bahía de Guantánamo en Cuba, que podría ser gobernado, según él y como ejemplo, por un consorcio establecido por Brasil, Canadá y España. El en caso real de Honduras, por un lado tenemos el interés hondureño, es decir, «la ciudad tendrá su propia administración, pero dependiente del Gobierno Nacional, o sea; contará con un gobernador de nacionalidad hondureña quien dirigirá o administrará esa área o zona del territorio, y el mismo será seleccionado por el presidente constitucional de la república que se encuentre de turno». Por otro lado, aunque Romer no lo mencione en su segunda charla, sabemos que de la parte económica de la constitución se encargarán Singapur y Corea del Sur mientras la parte política, el aseguramiento del orden democrático, correrá a cargo de Suiza.

El tercer pilar del modelo es la lógica opt-in: cualquier empresa y persona que quiera vivir en el marco definido por la constitución podrá ir a vivir a esa ciudad. Esta característica se basa en el hecho de que la migración es el modo más rápido de salir de la pobreza y su objetivo es aumentar las oportunidades de las empresas y personas que quieran migrar. El sueño de Romer es que haya cientos de ciudades charter por todo el planeta compitiendo entre sí para atraer empresas y personas. ¡Un gran sueño!

En este sentido, el modelo es globalista y puede pensarse como una especie de deconstrucción, por parte de los propios estados que se enfrentan a la imparable descomposición de su sistema, del modelo en el cual el mundo está dividido en unidades de estados-nación para construir uno en el cual las unidades son ciudades. La pregunta es hasta qué punto esa destrucción podrá ser creativa, es decir, si podrá poner las personas primero para que la participación pueda evolucionar hacia la interacción, dejando así el cambio programado dentro de la lógica misma del modelo.

¿Debería importar la cultura nacional?

El mensaje más importante del libro de Tyler Cowen que comenté el otro día, es que la integración de mercados, el comercio global, es decir, lo que solemos llamar globalización, tiene un efecto homogeneizador en el conjunto de la sociedad, al mismo tiempo que aumenta la diversidad a nivel de las personas. Los individuos sólo pueden ser cada vez más diversos si las sociedades en las que viven se vuelven cada vez más parecidos. Esto puede tener como consecuencia que tribus indígenas dejen de fabricar artesanía porque, de repente, cada uno de los miembros de la tribu tiene muchas más posibilidades para ganarse la vida lo que, a su vez, reduce la oferta de artesanía indígena. Sin embargo, esta aparente paradoja se disipa, si admitimos que negar las nuevas posibilidades a los miembros de la tribu es difícilmente defendible.

La crítica de que la globalización destruye la diversidad se basa en una concepción colectivista de la misma, en pensar que la diversidad es deseable si se da entre sociedades, al modo del multiculturalismo y no dentro de sociedades, a modo de mestizaje. La frase «American culture threatens Parisian hegemony over the provinces» expresa muy bien de lo que se trata.

Es de ahí que surge el planteo de Cowen de si debería importar la cultura nacional, y lo responde definiendo la cultura como «un producto sintético de la interacción voluntaria entre personas libres». La cultura no ha de buscarse, por tanto, ligada a conceptos como el conjunto de las sociedad, la nación, ni ninguna otra >comunidad imaginada, sino donde haya personas libres que interactúan.

Podría parecer que es, entre muchos otros y muy diversos incentivos, la búsqueda de esa noción de cultura que está llevando estos días a tanta gente a Sol pidiendo, entre otros, el «derecho a la cultura». Cabe, por tanto, preguntarse si acaso no saben que para eso no vale pedir al Estado mejores papás. Todos ellos podrían practicar ser personas libres «ya», tienen la suerte de vivir, recordando a Tyler, en una sociedad suficientemente homogénea para que aflore el mar de flores de la diversidad, podrían interactuar voluntariamente y más allá de la agenda pública y, por tanto, podrían crear su propia cultura.

En las Bodegas Payva

Una afortunada y furtiva escapada nos ha llevado a una bodega de los del Ribera del Guadiana. El dueño nos la ha enseñado a tres indianos, informales y pasados por agua, pese a no haber pedido cita previa. Exporta a media docena de países europeos y Estados Unidos, pero también a México, China, Vietnam y Brasil. Fue a vender a todos estos lugares. Como tantos otros, quedó impresionado en especial en China. No tarda en sacar una conclusión para su entorno: lo que queda es reinventarse y trabajar más.