LeaderMOOC: curso masivo de liderazgo para este otoño

Great leaders are made, not born. Whether you’re a student, a young eager employee, an experienced professional ready for the next step in your career, a recent manager just starting to lead others, or someone passionate about making an impact on your community, you too can benefit from leadership development!

El auge de los cursos a distancia, rebautizados como MOOC, tiene importantes repercusiones para el sector privado. Por un lado, los MOOC son una nueva herramienta de marketing. Por otro, están redefiniendo la formación continua de los profesionales.

En esta ocasión quiero comentar el recién lanzando curso de liderazgo del Center for Creative Leadership (CCL) titulado LeaderMOOC y que comienza el 8 de septiembre. Me parece interesante porque lo organiza no una start-up de MOOC, ni una universidad o una alianza de universidades sino un non-profit que es proveedor de cursos de liderazgo ante todo para el sector privado. Un non-profit creado, por cierto, por el que fue presidente del Vick Chemical Company, fabricante y comercializadora de Vick Vaporub –cuyos anuncios televisivos en los canales alemanes que veía de pequeña aun recuerdo–, vendida en 1985 a Procter & Gamble.

El otro motivo por el que me parece interesante es que uno de los creadores del curso es Bert de Coutere, especialista en aprendizaje en corporaciones, primero en IBM y ahora en CCL. También es el autor de Homo Competens, un simpático libro autoeditado que reseñé en este blog hará unos dos años. Tras haber leído su libro y haber leído su blog durante más de dos años, estoy bastante segura de que será un curso muy práctico en el que a cada persona se le pedirá que trabaje con el contexto de su propio entorno. Es esperable que gran parte de los participantes trabajen en diversas empresas en todo el mundo. Seguro que se podrá aprender mucho de los pares.

Como solución tecnológica para el curso masivo, eligieron la plataforma en la nube de Canvas, un gestor de aprendizaje de software libre.

Cinco posturas para aprender a aprender

¿Se acuerdan de Bert de Coutere y el Homo Competens? Desde que me leí su libro, le cogí cariño y he seguido su trayectoria a través de su blog.

Sucede que ha cambiado de trabajo; se fue de IBM para trabajar en CCL, una organización transnacional de formación e investigación en liderazgo creativo. Con este paso ha puesto en práctica lo defendido en su libro: en la economía del conocimiento, la carrera profesional es una serie de minicarreras construida desde el deseo de las personas de desarrollar sus competencias y su habilidad de acceder a contextos para hacerlo.

Antes de irse de IBM, organizó una última charla inspirado en el last lecture de Randy Pausch. Aparte de confirmar que también en IBM a las personas les da palo sentarse en las primeras filas de la sala, la charla tiene algunas ideas que me resultan inspiradoras, quizá por bien visualizadas y por basarse en el hecho de que el cerebro humano funciona del mismo modo que hace miles y miles de años. Para aprender a aprender, lo primero es tener en cuenta las reglas del funcionamiento del cerebro.

Se trata de un dashboard con cinco barras que representan continuos de hábitos en los que Bert se limita a señalar la región del continuo que mejor funciona para el aprendizaje en la mayoría de las personas.

Los cinco hábitos los he llamado posturas en el título porque se me ocurre que su práctica se parece a la práctica de las posturas de yoga. Yo también tengo mis sesgos.

Esterillas de yoga

  1. En solitario — En compañía
    Sucede que la grandísima mayoría de las personas aprenden mejor interactuando con otros. Por eso, si proponemos aprender algo, tiene sentido contárselo a pares que no tardarán en compartir sus propias experiencias y recomendaciones.
  2. De seguido — A pasos
    Según la curva del olvido de Ebbinghaus, la región más adecuada para el aprendizaje en este continuo está más cerca al hábito de paso a paso. Se requiere volver una y otra vez a lo mismo para que el cerebro «quede cableado» con lo aprendido.
  3. Bocados — Buffet libre
    Para no atragantarse, es mejor dividir la materia a aprender en bocados pequeños. Ya saben, la regla de 10 minutos. Siguiendo la metáfora de las comidas, los bocados bien masticados hacen una mejor digestión.
  4. Teoría — Experiencia
    Aquí Bert recurre a otra regla: la del 70/20/10. Parece que el 70% del aprendizaje se produce a través de la experiencia y la resolución de problemas, el 20% mediante la observación y el 10% en actividades formales como clases. El 70% que corresponde a la experiencia requiere, además, del matiz de que se aprende al reflexionar sobre la experiencia y no de la experiencia sin más, de ahí la utilidad de los blog para el aprendizaje.
  5. En la zona de confort — Al agua
    Parece que el just do it funciona mejor que leer mil libros, hacer mil cursos y pensárselo mil veces, simplemente porque haciéndolo en serio prestamos más atención. Para ver cosas nuevas, hay que hacer cosas nuevas.

Homo Competens: maestro de tus destinos, dueño de tus talentos

Homo Competens es el nombre que Bert De Coutere, responsable de eLearning de IBM en Bélgica, da a los trabajadores del conocimiento en un libro que escribió como proyecto personal.

Es el punto de vista de alguien que lleva 10 años trabajando en la formación continua de empleados, cuyo primer y único empleador ha sido IBM, que es consciente y te avisa de sus sesgos («miro el mundo a través del gafas corporativas y de economista») y, lo más importante, con una enorme capacidad de explicar las cosas de un modo pragmático, especiado con pequeñas dosis de escepticismo y humor.

El mensaje más importante del libro es el emplazamiento de la mayor parte de la responsabilidad y la propiedad de las competencias / saberes / talentos (elijan el término que más les guste) de la mayoría de las personas desde la empresa hacia la propia persona. Un emplazamiento cuya necesidad surge de «los tiempos en los que vivimos»: en el mundo red –que De Coutere describe en términos de pequeño, plano, rápido, volátil y ambiguo– seremos más felices y prósperos con el enfoque de «eres el dueño y responsable de tus talentos» que con el del «trabajo para toda la vida».

El autor deja claro que le gustaría vivir en una sociedad meritocrática: «Quiero vivir en una economía del talento en la que los únicos factores de discriminación son el talento y el desempeño. Puedes ser un alien agnóstico y albino, si haces bien el trabajo, es tuyo.» El hecho de que haya escrito un libro por iniciativa propia y bajo su marca personal hace que le creamos.

El libro es pragmático porque intenta crear un marco para la construcción de competencias no sujeto a sistemas formales, en el cual sea posible para la persona hacerse cargo de ésta. Así, organiza el camino que lleva a desarrollar un talento en actividades de tres tipos: aprender, hacer y compartir. Aprendiendo construimos conocimiento, haciendo construimos experiencia mientras que compartiendo construimos reputación.

Una de las cosas que De Coutere recalca mucho es que en el mundo red, aprender necesita más de contextos que de contenidos. La consecuencia de esto es que el papel de las comunidades y del mercado como generadores de contextos se hace esencial. Lo otro en que pone énfasis es la importancia de la validación del talento, para lo cual ofrece una serie de ejemplos innovadores y acordes con el hecho de que el 80% del desarrollo de saberes se produce fuera de sistemas formales y también acorde con que la segunda pregunta después de ¿Tienes talento? es siempre ¿Puedes demostrarlo?

Al final del libro podemos leer una curiosa «entrevista con el futuro» en la que describe su visión de un sistema de incentivos para el Homo Competens (no queda claro si corporativa o en qué marco). En ella, los trabajadores cobrarían un sueldo base por las competencias que hayan desarrollado aunque no hagan ningún trabajo concreto, un fee por los proyectos en los que trabajan y, en ocasiones, un bonus por los resultados de estos proyectos. Un sistema que me recuerda, por cierto, al «paraíso comunista» de Marx.

El libro me ha resultado por un lado inspirador y por otro lado muy útil, pero no lo suscribiría entero. Hay tres cosas que cambiaría. Uno es la confusión de las licencias Creative Commons con el Copyleft en el capítulo «Compartir algo no es perderlo». El segundo, la recomendación de escribir patentes para construir reputación (aunque reconoce que hay que adaptarlas a la sociedad red ya que son hijo de la sociedad industrial). El tercero es que el libro se ha publicado reservando todos los derechos, algo que creo contribuyó a que estuviera tan poco conocido (aunque yo haya compartido ya varios dibujos del mismo sin preguntar).