Del acecho a la escucha activa: el lurker y el diseño del conocimiento

Esta semana leí dos noticias relacionadas con el comportamiento de lo que se ha venido a llamar lurker, ese supuestamente 90% de los usarios de la web que figuran en los registros de los sistemas pero no hacen nada de forma activa, de modo que se les considera usuarios pasivos. El verbo lurk, que significa acechar, en realidad no se refiere a un comportamiento pasivo puesto que implica un propósito, aunque sí tiene connotación de peligro para los acechados. Me pregunto si al lurker de la vida online también se le asigna ese significado de peligro que tiene el del mundo físico. Probablemente sí.

Volviendo a lo que iba, las dos noticias que leí añaden más matices a este comportamiento supuestamente pasivo y reducen el misterio a su alrededor. La autora de la investigación que publica la BBC observó el comportamiento de unos 7 mil usuarios en las Islas Británicas. Como categorías de comportamiento distingue entre pasividad, reacción fácil, iniciación fácil y participación intensa y le sale la siguiente gráfica.

Comportamiento en la web, según la BBC

Desafortunadamente, como bien señalan en comentarios del post de la autora, no se han publicado los datos de la investigación de modo que no queda nada claro qué diferenciaba, por ejemplo, la reacción fácil de la iniciación fácil. Sin estos datos es difícil saber si los resultados son comparables con la regla 90-10-1 de Nielsen o no tienen mucho que ver.

La otra segmentación de la categoría del lurker viene desde la mirada de la gestión del conocimiento, no se basa en ninguna investigación pero me figuro que sí en la experiencia del autor. Identifica 5 compartimientos ocultos detrás de la categoría del lurker: el «desertor» que ya no tiene interés en el sitio pero olvidó borrar su perfil, el «viajero» que está en muchos sitios, el «escuchante activo», el «abejorro polinizador» que se lleva la idea a otro sitio donde está más cómodo y el «sabio silencioso» que calla para no influir demasiado. Desde el punto de vista de los gestores de la comunidad en la Red, estos comportamientos no se notan pero no son pasivos. Para el diseño del conocimiento del que hablaba ayer Innerarity como la competencia más importante para properar en el mundo en red son, de hecho, bastante relevantes.

Grupos de LinkedIn, hasta qué punto una oportunidad para destacar

LinkedIn

La mayor parte de los grupos de LinkedIn en castellano carecen de contenido de calidad: datos relevantes, enlaces de interés, reflexiones que puedan ayudar a otros.

La cita es del Manual de Uso de LinkeIn que publicó Territorio Creativo, que identifica esta carencia en los grupos de LinkedIn como una oportunidad para destacar por parte de quienes sí quieran aportar contenido de calidad.

De entrada, pienso que las personas más preparadas para aportar en los grupos de LinkedIn son las que ya construyen identidad digital de forma proactiva en un espacio que les pertenece o les pertenece más: un blog autoalojado o, como poco, un blog en una plataforma. Igual que, como lo escuché hace poco de Sherry Turkle, las personas que llegan a Internet desde una cultura de reflexión son las que más aprovechan las herramientas para mejorar su vida, las que dicen lo que tienen que decir en espacios propios son las que mejor lo van a hacer también en sitios como LinkedIn.

Pero para esto hacen falta grupos vivos con conversaciones estimulantes. Y estos también escasean. Para que existan no sólo es necesaria una cultura de generación de conocimiento sino que, además, a los dinamizadores les convenza articular las conversiones en LinkedIn, un entorno en que, recordemos, predomina visualmente la marca de LinkedIn, no ofrece suscripción por RSS y no facilita la documentación de las conversaciones o que se pueda disponer con total libertad de los datos para su posterior análisis y reutilización.

En mi experiencia, los grupos de LinkedIn son más tablones de anuncios que grupos de conversación. Sirven para descubrir conexiones nuevas —en este sentido sí se puede destacar— que potencialmente se podrán transformar en relaciones de mayor compromiso. Pero esta transformación no sucederá en LinkedIn sino en entornos más adecuados para la articulación de la confianza como los blogs, los encuentros presenciales o el email.

Pensando sobre correo electrónico, blogs internos y software libre para colaborar

Since email is the number one method of keeping up to date, find ways to make it easier or replace it with a world without email. Using internal blogs for any multi-recipient email is a start. That way it’s visible, in one permanent place, with all the comments attached.

Me hace gracia encontrarme esta recomendación justo ahora, entre otras encaminadas a fomentar el aprendizaje informal. Hace apenas unas horas que comentamos en Cartograf la necesidad de repensar los flujos de comunicación internos alrededor de algunos proyectos. No quiero un mundo sin email, pero sí tengo ganas de experimentar con algunas herramientas de software libre en la comunicación interna de las que hasta ahora pensaba que eran para equipos más grandes.

La calidad de los períodos de prácticas, de nuevo en la mesa de debate en Europa

Calidad de las prácticas en el extranjero

Varios acontecimientos de los últimos años han llevado a la Comisión Europea, en concreto a la Dirección General de Empleo, Asuntos Sociales e Inclusion, a sacar una consulta pública sobre la calidad de los periodos de prácticas. Entre estos acontecimientos se encuentran por un lado iniciativas civiles como la Génération Precaire, la Generation Praktikum o la Repubblica degli Stagisti, por otro lado proyectos políticos como el informe de la eurodiputada danesa Emilie Turunen sobre reforzar la posición de los becarios y los aprendices o la propuesta de carta de calidad para las prácticas del Foro Europeo de la Juventud. A esto se suma la propia agenda de la Comisión Europea, con el programa Erasmus para todos en el horizonte más inmediato, que financiará cada año más de 100.000 periodos de prácticas en el extranjero comenzando en 2014.

En este contexto, surge pues la necesidad de un nuevo marco de calidad para las prácticas que sirva de referencia y que cuente con el respaldo de una parte amplia de los interesados. La consulta pública, para la cual existe un documento de trabajo en 22, y un cuestionario en 3 idiomas, está abierta hasta el 11 de julio. El marco de calidad que la Comisión Europea elaborará, entre otros, a base de esta consulta, será una recomendación de aplicación voluntaria a todo tipo de prácticas en empresas, con excepción a las del sistema dual de formación profesional, por tener éste características únicas y no comparables con los periodos de prácticas fuera del sistema dual.

El documento de trabajo esboza las conclusiones de un informe sobre el contexto para la elaboración del nuevo marco de calidad para prácticas en empresas que la Comisión encargó a GHK Consulting y que, según mencionan, se publicará a lo largo de este mes de mayo. A continuación, propone los elementos de los periodos de prácticas que probablemente se incluyan en el nuevo marco de calidad.

  • Existencia de un contrato de prácticas (en la línea de lo que ya se hace en programas de prácticas en el extranjero como Leonardo o Erasmus Prácticas)
  • Buena definición de objetivos de aprendizaje y formas de apoyo tutorial
  • Reconocimiento adecuado (en la línea de documento de Movilidad Europass, una herramienta de certificación ya existente)
  • Duración adecuada
  • Protección social y remuneración
  • Transparencia y mejor acceso a información respecto a derechos y obligaciones de todas las partes

El cuestionario de la consulta pública tiene 6 preguntas y, personalmente, creo que responderlas es un ejercicio interesante, tanto de autoreflexión como de compartición de conocimiento.

  1. ¿Existe una necesidad de tomar medidas a nivel europeo respecto a la calidad de los periodos de prácticas?
  2. ¿Cuál debería ser el alcance de unas medidas así?
  3. ¿Qué forma deberían tomar estas medidas?
  4. ¿Son relevantes los elementos para un marco de calidad de los periodos de prácticas que propone el documento de trabajo?
  5. ¿Qué otros elementos propondría?
  6. Cualquier comentario adicional

Por mi parte, pienso responderlas y compartirlas no sólo con «Bruselas» sino también, aquí en el blog, con todo el que tenga interés y ganas de leer y comentarlas. La liberación del conocimiento mediante el buen uso de herramientas web que dotan de autonomía a las personas, como los blogs, de momento brilla por su ausencia entre los esfuerzo de mejorar el acceso a la información que, según el propio documento de trabajo, «es uno de los mayores obstáculos en la organización de períodos de prácticas transnacionales». También me parece importante servir de contrapunto a la sobreburocratización y sobrecentralización de los programas, una tendencia intrínseca de la Comisión Europea (como de cualquier administración) y de la cual la unificación de una variedad de programas en uno solo bajo el «Erasmus para todos», es una clara muestra. Tocará, pues, defender el protagonismo de las personas concretas interesadas, sobre todo en la definición de los objetivos del aprendizaje y de las formas de apoyo tutorial.

Foto | JanneM

Comercio libre y conocimiento libre

Hace poquito reflexionamos en el blog de Michel Godin sobre la analogía entre comercio libre y conocimiento libre al hilo del valor que aporta el blog. Tanto las herramientas del libre comercio (caminos, tratados, acuerdos, Internet) como las del libre conocimiento (Internet, blogs, RSS) tratan de facilitar el intercambio. En el caso del comercio, el intercambio de mercancías y servicios que acaban generando conocimiento y en el caso del conocimiento, el de las ideas y reflexiones — que terminan generando mercancías y, cada vez en mayor proporción, servicios.

Por eso me interesó que Raúl Hernández González haya enfocado su aportación al libro Quiero ser Community Manager (en concreto la introducción, titulada Empresas Abiertas para una Economía Abierta) desde el ejemplo del libre comercio.

(…) igual que las relaciones comerciales entre países devienen en una mejora de las condiciones para ellos, las relaciones cada vez más abiertas entre empresas también suponen algo muy positivo. (…) no son «las empresas» las que se relacionan, sino las personas quienes forman «redes» tanto internas como externas (la frontera de la empresa se difumina). (…) la gestión (que no control; son incontrolables) de esas conexiones, de esas «comunidades», es una labor a la que merece la pena poner foco; no tanto a través de una figura concreta (que puede existir como referencia, pero no como «único gestor»), sino a través de una cultura compartida.

Este extracto contiene las otras dos ideas por las que, en mi opinión, merece la pena leer la introducción del libro.

La primera es la identificación del conocimiento como principal valor que aporta, o podría aportar, la comunidad para las empresas. Gestionar la comunidad sería, por tanto, gestionar el conocimiento o, mejor aun, la interacción entre personas tanto dentro como fuera de la empresa.

La otra es su insistencia en que son personas, con nombres y apellidos, que comunican y generan conocimiento, y no la empresa. Una idea a considerar por parte quienes siguen editando blogs en los que las entradas las publica «empresa» o «admin». Los hay muchísimos.

En resumen, el enfoque de Raúl para abordar la tarea de escribir su capítulo del libro me resulta muy simpático. Es un hecho que el community manager como puesto de trabajo está devaluado. Quizá porque no tiene que ser un puesto de trabajo sino más bien un «estado mental», como el marketing. Pero sus sólidos argumentos publicados en un libro sobre ese perfil vendrán bien a la hora de llevar conversaciones sobre comunidad y comunicación en la Red a un terreno serio y estratégico.

Pensar en idioma extranjero, ¿nos hace más racionales?

Un artículo en Wired (al que llegué vía Tempo) informa de un trabajo de investigación sobre las consecuencias de pensar en un idioma extranjero. En mi experiencia, la inmersión en un entorno lingüístico extranjero hace que en muy poco tiempo nos sorprendamos a nosotros mismos pensando en ese idioma (con excepción, quizá, de contar números — también mi experiencia). De ahí que me parezcan interesantes las conclusiones del estudio.

Los investigadores afirman, a base de varios experimentos, que pensar en idioma extranjero reduce el peso de los sesgos cognitivos, los marcos de pensamiento por defecto y las ideas preconcebidas en la toma de decisiones. Todos estos son atajos que nuestro cerebro utiliza para economizar a la hora de tomar decisiones, para no tener que invertir excesiva energía en pensar en pros y contras. Cuando pensamos en un idioma extranjero, estos atajos no están disponibles. Esto nos fuerza a pensar más antes de cada decisión que, a su vez, haría que las decisiones fueran más racionales.

Uno de los experimentos se basó en el conocido ejemplo del Premio Nobel Daniel Kahneman para demostrar que los humanos tendemos a sentir aversión al riesgo cuando pensamos en ganancias mientras asumimos el riesgo con más facilidad si pensamos en pérdidas (el efecto marco antes mencionado). Al afrontar la decisión de salvar con seguridad 200 vidas de 600 o de arriesgarse para salvar todas o ninguna, la mayoría de las personas optan por salvar seguro 200. Cuando la pregunta se formula en términos de pérdidas (perder 400 vidas seguro o arriesgarse para salvar o perder todas), más personas se deciden por arriesgarse.

Bien, pues el experimentó demostró que al afrontar una decisión parecida en un idioma extranjero, el efecto marco desaparece y las personas toman la misma decisión tanto pensando en ganancias como en pérdidas. Según los autores, la aversión al riesgo desaparecería por la distancia cognitiva y emocional que pensar en un idioma extranjero supone frente al idioma nativo. La distancia cognitiva hace que en un idioma extranjero seamos más deliberativos y menos instintivos. A la distancia emocional se debe, por ejemplo, que las palabras de mucha carga emocional (por ejemplo, los insultos) pierdan esa carga al ser pronunciadas en lengua extranjera.

Si las conclusiones del estudio son ciertas (habría que ver hasta qué punto se sostienen cuando alguien lleva ya mucho tiempo pensando en un idioma extranjero — en los comentarios del artículo en Wired hay varias opiniones al respecto), tendríamos otro argumento más para aprender idiomas. No es que faltaran argumentos. Pero sabiendo que nuestra manera de pensar se vuelve más racional al pensar en lengua extranjera, tenemos un nuevo recurso para afrontar decisiones importantes. Y no sólo. Informarse en idioma extranjero y sumergirse en un entorno lingüístico diferente al nativo también nos hace entonces más críticos y menos dogmáticos. Abre la burbuja en que vivimos y amplía nuestro mundo.

Hackestabilidad

Knowledge is a ship we must constantly rebuild while at sea.

– Otto Neurath

He encontrado esta cita en los comentarios de un post (como siempre, largo y complejo) en Ribbonfarm que viene a decir que la supervivencia de los sistemas complejos (sistemas sin causalidad predecible) depende de los hackers. Que llega un momento en que el hack cumple el papel de parásito que ayuda a mantener un sistema. O algo así. De ahí hackestabilidad.

Ese momento sería cuando un sistema se convierte en no desechable, cuando ocurre el fenómeno QWERTY (¡por fin una palabra fácil de teclear!), cuando sucede el primer lock-in. Hay muchos sistemas así; podemos pensar en Internet pero cualquier organización social es no-desechable en realidad. Como explica Pseudópodo en su reseña del último libro de Jaron Lanier (post en que, por cierto también explica el fenómeno QWERTY), programar es hacer ingeniería social. Si es ingeniería social, es cosa compleja, desde luego no desechable y requerirá de hackers, o artesanos knowmads, para mantenerse o bien, en ocasiones muy muy contadas por su elevado coste, reconstruirse desde cero.

El post de Ribbonfarm es para revisitar, releer y seguir los enlaces (a su vez post largos y complejos) pero, por lo que llevo comprendido, apunta en la dirección de que el reto del aprendizaje y la gestión del conocimiento en un mundo en red se resume bastante bien en la pregunta de cómo formar hackers. Personas con voluntad de no ser intermediadas, es decir, con actitud subversiva–proactiva, pero de las que, al mismo tiempo, dependerá el mantenimiento del hackstatus quo.

Dónde está el extranjero

No es importante qué soy, sino qué puedo llegar a ser si me ayudan.

Ainhoa Ezeiza

Erasmas

Erasmas, o sencillamente Raz, es el protagonista-narrador de Anatema, una novela de ciencia-ficción de Neal Stephenson.

Anatema está ambientada en el planeta Arbre, unos cuatro mil años en el futuro. Erasmas vive en un lugar llamado concento, parecido a un convento, pero cuyos habitantes no son religiosos sino dedican su vida al conocimiento, a aprender cosas nuevas. Vivir en un concento les permite centrarse en lo suyo, lejos del mundo exterior o extramuros, lleno de lo que ellos llaman gilypollezes. La separación entre el mundo exterior y los concentos surge a raíz de varios acontecimientos catastróficos en el pasado del planeta.

Después de presentarnos a Erasmas y el mundo que le rodea, empiezan a ocurrir sucesos extraordinarios en la novela. El maestro de Erasmas es anatematizado (condenado) y expulsado del concento. El mundo extramuros solicita que a fras especialmente buenos en lo suyo les sea permitido abandonar el concento para ayudar al mundo con sus conocimientos. A lo largo de la novela, Erasmas y sus compañeros descubren qué está ocurriendo: algo increíble que cambiará la historia de Arbre para siempre. Para el final, Erasmas ha cruzado continentes, enfrentado peligros extraordinarios y, sobre todo, ha conocido a personas que no había esperado conocer.

Erasmus

El nombre de Erasmas, como tantos otros nombres en Anatema, se parece al de un personaje real de la historia del planeta Tierra: Erasmo de Rotterdam, una persona bastante más tímida que Erasmas pero igualmente curiosa, libre e independiente. Es el inspirador de la marca Erasmus, las becas de estudios en el extranjero más conocidas de Europa. Una marca con tanto éxito que la Unión Europea probablemente prolongará hasta, al menos, 2020 bajo el nombre «Erasmus para todos». Ese «para todos» hace referencia a la decisión de agrupar otros programas, como Leonardo da Vinci o Comenius, también bajo la marca Erasmus.

A los lectores de estas líneas no les resultará ninguna novedad, puesto que lo escuchamos diariamente desde distintos sitios, que vivimos en un mundo en red, con una economía del conocimiento. Pero quizá sí resulte novedoso inspirarnos en esta novela de ciencia ficción para saber cómo vivir en ese mundo en red que tenemos alrededor, puesto que nuestra prosperidad dependerá de nuestra capacidad de aprender, de manera continua, cosas nuevas.

Si es cierto que, como dijo Nietzsche, «el futuro influye tanto en el presente que el pasado», la ciencia ficción promete ser un buen sitio para inspirarnos. Por eso me pareció buena idea ponerle al aprendizaje y trabajo en el extranjero, que debido a las becas Erasmus ya tienen un referente del siglo XVI en Erasmo de Rotterdam, otra del futuro, en la figura de Erasmas. Debido a su curiosidad y sed insaciable de aprender cosas nuevas, los dos personajes me parecen dignos de ser una inspiración en el mundo en red, en la sociedad de la información y del conocimiento.

Aprender a vivir con contradicciones

Erasmas me ha enseñado dos cosas, aparentemente contradictorias.

  1. Trabajar con el conocimiento —y hoy en día todos trabajamos con el conocimiento, independientemente de cuánto tiempo pasamos escolarizados— requiere de un cierto aislamiento. Se debe a que la atención de una persona es un bien escaso y si queremos ser buenos en algo, tendremos que centrar nuestra atención en ese algo, en detrimento de todas las demás cosas a las que podríamoss prestar atención.
  2. Trabajar con el conocimiento también requiere salir de ese aislamiento y abrirse a otros mundos. Una vez que ya tenemos un cierto nivel en un ámbito, necesitamos cruzar todo tipo de fronteras para superar ese nivel.

El dicho en italiano «Impara l’arte, e mettili da parte» (Aprende el arte y déjalo aparte) expresa exactamente eso. No podemos hacer las cosas bien sin aprender lo que otros saben pero, al mismo tiempo, no podemos hacerlas bien si no dejamos de estar satisfechos con lo aprendido y lo rechazamos, o rechazamos una parte, para hacer las cosas de otro modo.

Como estudiar música, composición y solfeo durante 10 años para, a continuación, saltarse todas las normas establecidas y sentarse al piano para tocar pop experimental. Claro que puedes tocar pop experimental sin todo ese conocimiento, pero ese conocimiento te permitirá controlar la creación, que sea el resultado (incluso raro) que querías. Una vez más un proceso, y no una casualidad. Algo que sucedió porque así fue buscado, y no algo con lo que nos cruzamos sin saber nunca cómo ocurrió.

Jose Alcántara

Viajar al extranjero para aprender y adentrarse en otro mundo proporciona una ocasión para hacer las dos cosas a la vez. Por un lado, nos pone en una situación de aislamiento —de nuestro entorno habitual— para centrar la atención en aprender algo en concreto. Por otro lado, nos expone a situaciones en las que cruzar los límites —de nuestro conocimiento anterior— para que nuestro aprendizaje nos sea útil en más de un contexto y nuestro conocimiento, mayor.

Dónde está el extranjero

Cuando hablamos del extranjero, a menudo hablamos en términos administrativos: el territorio de un estado distinto del que nos dio el pasaporte.

Ahora bien, me pregunta si nos interesaría definir otro significado de la palabra extranjero, más acorde con los tiempos en que vivimos. ¿Cómo son estos tiempos? Si tuviera que destacar un sólo rasgo de los tiempos actuales, sería ése: hay un giro desde mirar el mundo, y a nosotros mismos, a través de la lente de instituciones que nos organizan la vida (la escuela, la iglesia, el estado, las empresas), a mirarlo desde nuestro propio punto de vista. El punto de vista de la persona y su entorno.

Stefan Zweig decía en su entretenido y sorprendente libro biográfico sobre Erasmo de Rotterdam que «el espíritu libre e independiente, que no se deja atar por ningún dogma y evita tomar partido, no tiene patria en la tierra». Con ello se refería a que Erasmo, que no quería estar ni en el bando de los católicos ni en el de los protestantes, prefirió cambiar de ciudad de residencia varias veces a lo largo de su vida, buscando siempre el lugar donde más libertad de pensamiento y expresión tenía.

Si ya en el siglo XVI, las personas con ideas propias y espíritu libre, no necesitaban tener patria, ¿qué sentido tiene para la persona, cinco siglos después, cuando tener ideas propias es más necesaria que nunca, referirse al extranjero como ese lugar que está fuera de las fronteras de nuestro país?

La esencia del extranjero es que está «fuera (extra) de». Pero, ¿fuera de qué? La única pista que ofrece la palabra es el sufijo -ero, que indica ocupación o profesión (como en consejero o carnicero). Es decir, el extranjero sería una persona con ocupación, un profesional, de fuera. Reforzar el significado del extranjero como una persona y no un país, creo que nos acerca más a lo que buscamos. Encaja en eso que he mencionado antes sobre el mundo en red: mirar y hacer las cosas más desde el punto de vista de la persona y menos desde el de las instituciones. Si es así, ¿el extranjero seríamos nosotros mismos?

Más allá de primer susto que esta pregunta puede provocar, creo que contemplarnos a nosotros mismos como extranjeros, es muy útil para el aprendizaje. Aprender en el extranjero se convertiría así en aprender como extranjero. Un extranjero, aunque sólo sea por instinto de supervivencia, siempre demostrará curiosidad y disposición para la colaboración, dos rasgos imprescindibles para prosperar en los tiempos en que vivimos. Aprender como extranjero también nos ayuda a ser conscientes de que estamos en territorio desconocido que necesitamos cartografiar para no perdernos por él. Eso sí, una vez tengamos nuestro mapa, nos moveremos con más disfrute, libertad y provecho.

En resumen

La vida en el mundo en red, con una economía del conocimiento, es un continuo aprender y desaprender. Una estancia en el extranjero, por ejemplo una práctica Erasmus o Leonardo, es una excelente oportunidad para habituarse a este tipo de vida y se aprovecha mucho mejor si estamos interesados y dispuestos a aprender no sólo en el extranjero sino también con actitud de extranjero, desde el momento mismo de empezar a preparar la estancia.

Pienso y colaboro, luego cazo mamuts

Una de las características ampliamente reconocidas y comentadas del actual entorno socioeconómico —la sociedad red— es el cambio perpetuo. La capacidad de adaptación al cambio de las personas y las organizaciones se está convirtiendo en lo primero que hemos de aprender si queremos tener la posibilidad de, luego, seguir aprendiendo aun más cosas. Puesto en términos de la evolución, si queremos sobrevivir.

La importancia de la colaboración como estrategia en ese proceso de adaptación se está estudiando desde una diversidad de ámbitos. Hace poco, en uno de los capítulos de Brain Rules, me encontré con una mirada al tema desde la paleoantropología.

La hipótesis es que grupos de humanos empezaron a migrar desde África hace unos 100.000 años (por cierto, no hace tanto) como resultado de los cambios continuos en el clima. Esos cambios eran perceptibles en el transcurso de pocas generaciones o incluso en la vida de la misma persona. Es decir, sucedieron a un ritmo ni demasiado rápido (que habría sido mortal) ni demasiado lento (igualmente mortal pero a modo de la rana en la olla).

Ante cambios que obligaron a hombres nacidos bajo el sol de la sabana a criar a sus descendientes entre la nieve, la estrategia ganadora fue, en lugar de adaptarse a un hábitat determinado, moverse y adaptarse a una gran variedad de hábitats. A modo de «venga lo que venga, nos pillará preparados». Es lo que el paleoantropólogo Richard Potts llamó selección a base de variabilidad y que podemos considerar una aportación a la teoría de la evolución.

Inconsistency in selection eventually caused habitat-specific adaptations to be replaced by structures and behaviors responsive to complex environmental change.

Según cuenta el autor de Brain Rules, de la mano de esta aceptación de la inestabilidad y adaptación al cambio mismo, vino el desarrollo del razonamiento simbólico y, en general, de nuevos niveles de cognición. Sería esto que permitiría que los humanos adivinasen e influyesen en lo que pensaba y sentía el otro y, como resultado, colaborasen en la consecución de proyectos que uno solo no era capaz de realizar.

La caza del mamut
La caza del mamut

A partir de ese momento, toda la historia de la especie humana puede verse como una historia de las distintas maneras de colaborar de los humanos, con distintos resultados.

Cuento esto porque la analogía con los tiempos actuales es evidente y da para una bonita metáfora. De nuevo se perciben cambios en el entorno que requieren adaptarse a algo que no se puede predecir. La estrategia con más sentido es adaptarse al cambio mismo. Y esta adaptación pasa, de nuevo, por el aumento de la capacidad de comunicación, colaboración y generación de conocimiento. Estamos, de nuevo, en tiempos de migración y movimiento intensivos.

Habitantes del país de los datos

Disfruto mucho con los posts de ribbonfarm. Aunque su longitud (que tiene dos medidas: largo o muy largo) echa para atrás, nunca me he arrepentido de leerlos. Leyendo sus reflexiones sobre historia tecnológica, uno se entera de cosas como que antes de la revolución industrial, se usaba jugo de cebolla para fabricar acero.

Ahora he descubierto –vía LAK12– que escribe, como contributor, en Forbes. Allí, sus dos últimos posts (1 y 2) son sobre la industria de los datos, a raíz del evento Strata.

En la era en que la vida privada se está convirtiendo en producto, es interesante comprender la lógica y los modelos de negocio (prácticamente sólo aplicables por organizaciones grandes, potentes y, a pesar de ello, innovadores) subyacentes de este proceso.

Pero lo que quería traer aquí es su mirada de antropólogo a los participantes de este tipo de eventos. Sus categorías ayudan a tomar con humor el –por lo demás siempre difícil o muy difícil– cambio en cualquier ámbito. En el país de los datos, donde lo que antes era análisis ahora es analítica y lo que era inteligencia de negocio ahora es big data, hay, según él, un sorprendente acuerdo tácito de que todos, absolutamente todos, son «científicos de datos» y que no hacen falta más títulos.

Y ahora, sus categorías (y que nadie se ofenda, por qué no tomárselo con humor).

  • Los resentidos que se sienten marginados por la nueva tendencia.
  • Los largamente ignorados que, de repente, se han convertido en estrellas y parpadean ante el foco de atención.
  • Los que se sienten subestimados e impotentes.
  • Los que no se pueden creer el poder que tienen de repente.
  • Los que en su fuero interno se consideran falsos y hacia fuera se sienten o alegres o avergonzados.
  • Listillos en proceso de cambiar el título que tuvieron en el último hype por uno del nuevo que le parezca.
  • Los enfadados porque otras personas se quedan con el crédito de sus vinos por ponerlo en botellas nuevas.
  • Mayores que insisten en que nada ha cambiado (entiéndase: «de modo que sigo siendo un experto»)
  • Jóvenes que insisten en que todo ha cambiado (entiéndase: «los viejos no se enteran: contrátame a mí mejor»)
  • Los fascinados por todo lo que es nuevo y brilla, entiéndanlo o no.
  • Los hastiados que están de viaje pagado.
  • Los megasociales para quienes todo es una gran fiesta.

The People of the Petabyte, de Venkatesh Rao