La esencia Forthrast

Portada de Reamde

Estos días he terminado de leer Reamde, el nuevo libro de casi mil páginas de Neal Stephenson, responsable de que lleve un mes sin avanzar con The Theory of Moral Sentiments, de Adam Smith.

Con una trama trepidante a un ritmo bastante más marcado y rápido que el de los otros tres libros que he leído de él, la novela lleva las señas de identidad del autor y no defraudará a quienes lo llevan siguiendo desde sus inicios: un mundo más o menos hostil y dos formas de salir adelante en él, (2) uniéndose a comunidades con relatos y «recetas de vida» que podríamos llamar predefinidos-sectarios y (2) siendo el protagonista más o menos loner de la propia vida, con habilidades y principios. En esta novela, el mundo en el que se desarrolla la trama es el presente, frente a La era del diamante o Anatema, situados en el futuro o The Mongoliad, situado en un pasado imaginario.

El protagonista más destacado de la novela es Richard Forthrast, CEO de cincuenta y tantos años de la empresa que desarrolla T’Rain, un videojuego online multijugador con economía propia. En la línea de Stephenson, supongo que el apellido, asociable tanto a fortaleza como a confianza, no es casualidad. La siguiente cita describe muy bien la esencia de este personaje, personalmente mi favorito. En ella Richard Forthrast se encuentra en una situación en la que está secuestrado por terroristas y se supone que debería negociar por su vida pero ¡le da pereza! No va con su naturaleza, preferiría no hacerlo.

What he wasn’t so good at was manipulating the internal states of other humans, getting them to see things his way, do things for him. His baseline attitude toward other humans was that they could all just go fuck themselves and that he was not going to expend any effort whatsoever getting them to change the way they thought. This was probably rooted in a belief that had been inculcated to him from the get-go: that there was an objective reality, which all people worth talking to could observe and understand, and that there was no point in arguing about anything that could be so observed and so understood. As long as you made a point of hanging out exclusively with people who had the wit to see and to understand that objective reality, you didn’t have to waste a lot of time talking. When a thunderstorm was headed your way across the prairie, you took the washing down from the line and closed the windows. It wasn’t necessary to have a meeting about it. The sales force didn’t need to get involved.

En mi Nook había señalado algunas citas más pero el cacharro se comporta regular últimamente y me las ha perdido. De modo que lo dejo con esta única cita, la que más recordaba. Así, de paso, no hago más spoilers con mi post. Quien decida leer el libro, espero que lo disfrute porque ya digo, son casi mil páginas.

The Mongoliad, algunos personajes en su esencia

The Mongoliad

Tras una larga pausa de medio año, esta semana he terminado de leer The Mongoliad. He seguido hasta el final con la versión publicada por entregas. No coincide con la versión en forma de libro y no necesariamente es la que más les gusta a los autores, según leí. Pero era la que había comenzado, a la que le había cogido cariño y que me tenía hasta más enganchada que Juego de Tronos.

Como despedida, dejo aquí algunas citas de algunos personajes de la novela. Parafraseando a los autores, no son necesariamente mis personajes preferidos (aunque varios sí). Son las citas que tenía anotadas. Las negritas son mías. Ah, y hay un poco de spoiler. Poquito pero hay.

Lian

«So what do you think will become of the Empire?» he asked Lian.

Lian elegantly slid her arm into the sleeve of the robe. «Every empire decays, in time. They become old and corrupt, and fall apart, or they become soft and complacent, and are conquered by the young and ambitious.»

«Will the Mongol Empire suffer the same fate» he asked.

She paused, the sleeve of her robe pulled halfway up her arm, and gave him a raised eyebrow. It was a look she had given him many times during his studies, an expression that said: This question is not mine to answer.

Por cierto, he encontrado una ilustración de Lian de Mike Grell para el libro.

Gansukh

Tarbagatai nodded. «Anyone can shoot one arrow and hit one target.»

Gansukh smiled at the mountain man’s tone. Respectful, and yet slightly challenging at the same time. Tarbagatai hasdknown who he was when he had approached , and he was certain the story of the deer in the Khan’s garden wasn’t the only story that had been passed around. The cup at the Khan’s feast. The wrestling match with Namkhai. His on-going feud with Munokhoi. All of these stories contributed to his reputation among the Imperial Guard, but every member of the Guard had been hand-picked for their own prowess and reputation. Stories meant little; actions counted for more.

Kim

He’d dreamt of the possibility of freedom, or at least dying in the act of attempting to secure his freedom, and now, he could not quite believe his dream had come true. The rage he had expected to be oursing through him was stangely absent. As he stood free of the cage, he felt only an all-emcompassing certainty of purpose.

Cnán

«Next time»—he sank back down—can we pick a trarget closer to home?»

Cnán caught Raphael looking at her, an oddly gentle look in his eyes, and she gave him a wistful smile before ducking her head and kneering her horse lightly to get it to trot a little faster. Home, she tought, Where is that for a lost little leaf like me?

Styg

Their inability to communicate effectively was just going to make matters more complicated. In battle, the side that had to do the least amount of communicating up and down the line was the side that operated most effectively.

Raphael

They knew the only way to complete any journey is to focus on the ground in front of them. Place one foot, and then the next. Do not look at the unmoving horizon or the immobile sun. One step at a time. A Shield-Brethren can always take one more step.

Feronantus

Each of our lives have no intrinsic value, Feronantus had replied, quoting one of the old maxims inflicted upon all the trainees during their first year of lessons at Petraathen. Except that which we give them by our deeds, and by how our comrades remember us.

Haakon

Haakon lay back down on the floor of his cage, and after a few moments of trying to find comfortable position on the unyielding floor, he fell asleep.

A plan always quieted the mind.

Y otra:

If they were discovered…

It was best not to worry about such possibilities. They were committed to their course of action now, and as fraught as the spontaneous plan was, they were actively attempting to escape.

Ocyrhoe

She tried very hard no to rely on the cup’s light or warmth to feel safe, but the nights when she fell asleep hugging the Grail were the nights she was without fear or anxiety. Those were the nights when she knew what she had to do.

Dónde está el extranjero

No es importante qué soy, sino qué puedo llegar a ser si me ayudan.

Ainhoa Ezeiza

Erasmas

Erasmas, o sencillamente Raz, es el protagonista-narrador de Anatema, una novela de ciencia-ficción de Neal Stephenson.

Anatema está ambientada en el planeta Arbre, unos cuatro mil años en el futuro. Erasmas vive en un lugar llamado concento, parecido a un convento, pero cuyos habitantes no son religiosos sino dedican su vida al conocimiento, a aprender cosas nuevas. Vivir en un concento les permite centrarse en lo suyo, lejos del mundo exterior o extramuros, lleno de lo que ellos llaman gilypollezes. La separación entre el mundo exterior y los concentos surge a raíz de varios acontecimientos catastróficos en el pasado del planeta.

Después de presentarnos a Erasmas y el mundo que le rodea, empiezan a ocurrir sucesos extraordinarios en la novela. El maestro de Erasmas es anatematizado (condenado) y expulsado del concento. El mundo extramuros solicita que a fras especialmente buenos en lo suyo les sea permitido abandonar el concento para ayudar al mundo con sus conocimientos. A lo largo de la novela, Erasmas y sus compañeros descubren qué está ocurriendo: algo increíble que cambiará la historia de Arbre para siempre. Para el final, Erasmas ha cruzado continentes, enfrentado peligros extraordinarios y, sobre todo, ha conocido a personas que no había esperado conocer.

Erasmus

El nombre de Erasmas, como tantos otros nombres en Anatema, se parece al de un personaje real de la historia del planeta Tierra: Erasmo de Rotterdam, una persona bastante más tímida que Erasmas pero igualmente curiosa, libre e independiente. Es el inspirador de la marca Erasmus, las becas de estudios en el extranjero más conocidas de Europa. Una marca con tanto éxito que la Unión Europea probablemente prolongará hasta, al menos, 2020 bajo el nombre «Erasmus para todos». Ese «para todos» hace referencia a la decisión de agrupar otros programas, como Leonardo da Vinci o Comenius, también bajo la marca Erasmus.

A los lectores de estas líneas no les resultará ninguna novedad, puesto que lo escuchamos diariamente desde distintos sitios, que vivimos en un mundo en red, con una economía del conocimiento. Pero quizá sí resulte novedoso inspirarnos en esta novela de ciencia ficción para saber cómo vivir en ese mundo en red que tenemos alrededor, puesto que nuestra prosperidad dependerá de nuestra capacidad de aprender, de manera continua, cosas nuevas.

Si es cierto que, como dijo Nietzsche, «el futuro influye tanto en el presente que el pasado», la ciencia ficción promete ser un buen sitio para inspirarnos. Por eso me pareció buena idea ponerle al aprendizaje y trabajo en el extranjero, que debido a las becas Erasmus ya tienen un referente del siglo XVI en Erasmo de Rotterdam, otra del futuro, en la figura de Erasmas. Debido a su curiosidad y sed insaciable de aprender cosas nuevas, los dos personajes me parecen dignos de ser una inspiración en el mundo en red, en la sociedad de la información y del conocimiento.

Aprender a vivir con contradicciones

Erasmas me ha enseñado dos cosas, aparentemente contradictorias.

  1. Trabajar con el conocimiento —y hoy en día todos trabajamos con el conocimiento, independientemente de cuánto tiempo pasamos escolarizados— requiere de un cierto aislamiento. Se debe a que la atención de una persona es un bien escaso y si queremos ser buenos en algo, tendremos que centrar nuestra atención en ese algo, en detrimento de todas las demás cosas a las que podríamoss prestar atención.
  2. Trabajar con el conocimiento también requiere salir de ese aislamiento y abrirse a otros mundos. Una vez que ya tenemos un cierto nivel en un ámbito, necesitamos cruzar todo tipo de fronteras para superar ese nivel.

El dicho en italiano «Impara l’arte, e mettili da parte» (Aprende el arte y déjalo aparte) expresa exactamente eso. No podemos hacer las cosas bien sin aprender lo que otros saben pero, al mismo tiempo, no podemos hacerlas bien si no dejamos de estar satisfechos con lo aprendido y lo rechazamos, o rechazamos una parte, para hacer las cosas de otro modo.

Como estudiar música, composición y solfeo durante 10 años para, a continuación, saltarse todas las normas establecidas y sentarse al piano para tocar pop experimental. Claro que puedes tocar pop experimental sin todo ese conocimiento, pero ese conocimiento te permitirá controlar la creación, que sea el resultado (incluso raro) que querías. Una vez más un proceso, y no una casualidad. Algo que sucedió porque así fue buscado, y no algo con lo que nos cruzamos sin saber nunca cómo ocurrió.

Jose Alcántara

Viajar al extranjero para aprender y adentrarse en otro mundo proporciona una ocasión para hacer las dos cosas a la vez. Por un lado, nos pone en una situación de aislamiento —de nuestro entorno habitual— para centrar la atención en aprender algo en concreto. Por otro lado, nos expone a situaciones en las que cruzar los límites —de nuestro conocimiento anterior— para que nuestro aprendizaje nos sea útil en más de un contexto y nuestro conocimiento, mayor.

Dónde está el extranjero

Cuando hablamos del extranjero, a menudo hablamos en términos administrativos: el territorio de un estado distinto del que nos dio el pasaporte.

Ahora bien, me pregunta si nos interesaría definir otro significado de la palabra extranjero, más acorde con los tiempos en que vivimos. ¿Cómo son estos tiempos? Si tuviera que destacar un sólo rasgo de los tiempos actuales, sería ése: hay un giro desde mirar el mundo, y a nosotros mismos, a través de la lente de instituciones que nos organizan la vida (la escuela, la iglesia, el estado, las empresas), a mirarlo desde nuestro propio punto de vista. El punto de vista de la persona y su entorno.

Stefan Zweig decía en su entretenido y sorprendente libro biográfico sobre Erasmo de Rotterdam que «el espíritu libre e independiente, que no se deja atar por ningún dogma y evita tomar partido, no tiene patria en la tierra». Con ello se refería a que Erasmo, que no quería estar ni en el bando de los católicos ni en el de los protestantes, prefirió cambiar de ciudad de residencia varias veces a lo largo de su vida, buscando siempre el lugar donde más libertad de pensamiento y expresión tenía.

Si ya en el siglo XVI, las personas con ideas propias y espíritu libre, no necesitaban tener patria, ¿qué sentido tiene para la persona, cinco siglos después, cuando tener ideas propias es más necesaria que nunca, referirse al extranjero como ese lugar que está fuera de las fronteras de nuestro país?

La esencia del extranjero es que está «fuera (extra) de». Pero, ¿fuera de qué? La única pista que ofrece la palabra es el sufijo -ero, que indica ocupación o profesión (como en consejero o carnicero). Es decir, el extranjero sería una persona con ocupación, un profesional, de fuera. Reforzar el significado del extranjero como una persona y no un país, creo que nos acerca más a lo que buscamos. Encaja en eso que he mencionado antes sobre el mundo en red: mirar y hacer las cosas más desde el punto de vista de la persona y menos desde el de las instituciones. Si es así, ¿el extranjero seríamos nosotros mismos?

Más allá de primer susto que esta pregunta puede provocar, creo que contemplarnos a nosotros mismos como extranjeros, es muy útil para el aprendizaje. Aprender en el extranjero se convertiría así en aprender como extranjero. Un extranjero, aunque sólo sea por instinto de supervivencia, siempre demostrará curiosidad y disposición para la colaboración, dos rasgos imprescindibles para prosperar en los tiempos en que vivimos. Aprender como extranjero también nos ayuda a ser conscientes de que estamos en territorio desconocido que necesitamos cartografiar para no perdernos por él. Eso sí, una vez tengamos nuestro mapa, nos moveremos con más disfrute, libertad y provecho.

En resumen

La vida en el mundo en red, con una economía del conocimiento, es un continuo aprender y desaprender. Una estancia en el extranjero, por ejemplo una práctica Erasmus o Leonardo, es una excelente oportunidad para habituarse a este tipo de vida y se aprovecha mucho mejor si estamos interesados y dispuestos a aprender no sólo en el extranjero sino también con actitud de extranjero, desde el momento mismo de empezar a preparar la estancia.

El blog, ese lugar acogedor

En cierto momento de The Mongoliad, a Rafael, caballero OMVI, unos monjes le regalan un bloc de notas de pergamino.

Nos lo traes de vuelta, le dijo el escriba mayor. Cuando esté lleno de tus palabras.

Fue una petición extraña y durante muchos meses, Rafael fue reacio a ensuciar el pergamino virgen del libro. ¡Qué arrogancia pensar que sus palabras eran suficientemente dignas para estar depositados en las mismas estanterías que los evangelios, los libros de horas y los salterios que vio en la biblioteca de Clairvaux! Cuando necesitaba meditar, vaciar su mente antes de una batalla, contemplaría las páginas vacías y se perdería entre los pliegues del pergamino. Al cabo de un tiempo, cada página adquiriría su propio carácter, con las líneas y surcos sugiriendo imágenes ocultos en el pergamino; y un día, cogió un carboncillo para dibujar la imagen escurridiza.

Otros dibujos y retratos siguieron; al final, empezó a poner anotaciones. Su torpe garabato serpenteó como aureola de texto alrededor de los retratos. Referencias crípticas apiladas una encima de la otra, creando capas estriadas de historia de su paso por las estaciones y su ruta a través de la Cristiandad. El texto inicial estaba en latín, pero poco a poco pasó a escribir en el idioma que fuera más relevante para el acontecimiento que intentó capturar. Se dio cuenta de que esto le ayudaba a mantener la lengua fresca en su cabeza. Las pocas anotaciones sobre Benjamín estaban en hebreo, por ejemplo, mientras que la nota sobre su visita a la tumba de St. Ilya era una combinación de la escritura rutena y la griega, la aproximación más cercana al alfabeto eslavo que conocía.

Me parece que empezar un blog es una aventura parecida a la aproximación de Rafael a su libro de notas. Necesitaba, primero, sentirlo como un lugar acogedor, adonde ir a «meditar», donde refugiarse «antes de las batallas». Sólo después se puso a dibujar y escribir. Respecto a los idiomas, me ha resultado curiosa la práctica de anotar cada acontecimiento «en la lengua más relevante». Tiene mucho sentido en un mundo en que el idioma es la única patria y en que la normalidad es vivir en patrias diversas. Como el mundo de The Mongoliad. Como el mundo en red en que vivimos.

Nuevos lugares para el comercio

Pero en general era un lugar mucho más ordenado y predecible que el territorio por el que habíamos estado viajando durante la última semana. Y como acabé comprendiendo, se debía a que era un lugar para el comercio.

Las citas en este blog siguen procediendo de Anatema pero en el caso de ésta, existe un lugar real y concreto para descubrir cómo el comercio trae orden, cómo se pueden crear nuevos garum en los tiempos que corren y con la tecnología de la que disponemos: el primer día Garum, el 16 de febrero, en Bilbao.

Modo de vida

Así que miraba fascinado a esa gente en sus mobes e intentaba concebir cómo era su vida. Miles de años antes, el trabajo de la gente había sido subdividido en empleos rutinarios para organizaciones donde las personas eran piezas intercambiables. Así debía ser; así se organizaba una economía productiva. Pero era fácil detectar una voluntad oculta tras esa situación: no exactamente una voluntad malvada, pero sí una voluntad egoísta. La gente que había conformado ese sistema tenía celos, no del dinero, ni del poder, sino de las tramas. Si sus empleados hubiesen vuelto a casa cada día con historias interesantes que contar, entonces es que algo habría salido mal: habría habido un apagón, una huelga, un asesinato en masa. Los Poderes Fácticos no podían consentir que otros tuviesen tramas propias a menos que fuesen historias falsas inventadas para motivarlos. Las personas que no podían vivir sin una trama habían acabado en los concentos o en trabajos como los de Yul. Los demás tenían que buscar más allá de su trabajo para sentir que formaban parte de una narración, razón por la que se suponía que los seculares estaban tan preocupados por los deportes y la religión. ¿Cómo si no podías sentirte parte de una aventura? De algo con un comienzo, un nudo, un desenlace en el que tuvieras un papel importante. Nosotros los avotos lo teníamos porque formábamos parte del proyecto de aprender cosas nuevas.

Al avanzar en la lectura de Anatema me estoy dando cuenta de que, del mismo modo que las herramientas no son inocentes, el modo de vida tampoco lo es. Si el resultado es vivir una trama propia o no, entonces podríamos decir que tanto las herramientas como el modo de vida son la urdimbre, la infraestructura que puede facilitar vivirla o no. El proyecto de los avotos de Anatema de aprender cosas nuevas requiere de los concentos que le sirven de urdimbre. De forma parecida, acceder al emprendimiento sin barreras de entrada, hoy en día requiere de software libre como infraestructura. Se trata de las bases a partir de las que hacer cosas.

Creo que en esto radica la importancia del modo de vida indiano: en ser la base de convivencia para una trama propia.

Acostumbrarse a estar conmocionado

Para mantener con vida la acumulación existente de ideas se requiere… todo esto.

Con estas palabras, Fra Erasmas se refiere al concento donde vive y, de hecho, no se me ocurre mejor metáfora para lo que es, en realidad, el conocimiento. Normas de coherencia interna, calma y reflexión para la deliberación, interacción sostenida en el tiempo, identidad real y una comunidad que comparte valores y modo de vida. En efecto, se requiere de todo esto para generar conocimiento y poder enfrentarse a los cambios de otra forma. Al mismo tiempo, es, por definición, inevitable que una estructura así sea lo que en el libro se llama semántica, es decir, busque y genere sus propios significados y sentido. Tampoco es casualidad que las comunidades así no sirvan para gobernar, ni para ser gobernados, a base del universalismo y empleando identidades imaginadas.

En el punto en el que me encuentro en la lectura de Anatema de Neal Stephenson, Erasmas ya se había acostumbrado a estar conmocionado lo que, intuyo, le será de gran ayuda en lo que le espera. Y, seguramente, se trate de un estado de ánimo, de un cierto modo de ver las cosas, que también aporta ventajas en la época que vivimos ahora y de ahí en adelante.

Escala humana vs aritmética de hormigas

Releyendo Los futuros que vienen, los párrafos sobre la escala humana me han recordado las hormigas de La era del diamante.

Dice David en Los futuros:

Parece comprobado por la Neurología y sustentado por la evidencia histórica que tenemos una limitación física, un techo fisiológico que no nos permite procesar más que un cierto número de relaciones interpersonales. Somos físicamente incapaces de relacionarnos en un espacio de fraternidad de más de ciento cincuenta personas. A partir de ahí nuestro cerebro salta, cambia de objeto y de manera de pensar simplemente porque es incapaz de manejar tanta información.

En La era leemos:

En la aritmética de las hormigas sólo hay dos números: Cero, que significa cualquier cosa por debajo de un millón, y Algunos.

Para, unas páginas más adelante, encontrarnos con esta exclamación de la Reina de las hormigas:

—¡Muévete con energía, pulmonado! ¡El tiempo es comida! No te preocupes por las hormigas bajo tus patas, no es posible que mates más de cero. —Así que desde ese momento, caminé con normalidad, aunque las patas se me volvieron resbaladizas con tanta hormiga aplastada.

Quizá no es demasiado atrevido sugerir que, fuera de la comunidad real, el cerebro salta a Ceros y Algunos y esto explicaría, al menos en parte, algunos comportamientos que, aunque son de humanos, parecen más propias de hormigas.

La era del diamante o por qué es preferible no recorrer el camino recto

Islas en la red de Bruce Sterling mostró un mundo globalizado en el que la pregunta ¿por qué seguir trabajando a través de los gobiernos? se hacía inevitable a la vez que representaba una cálida promesa. En La era del diamante conocemos un mundo parecido pero con tecnología más fina, personas y relaciones más complejas y un orden mundial que definitivamente ha dejado de articularse por medio de estados nacionales si bienlo descentralizado no acaba de dejar paso a lo distribuido, la economía sigue basándose en monopolios que aborrecen la competición y la asociación del poder al territorio hace muy difícil «vivir en el riesgo sin necesidad de matar a nadie».

Ha sido curioso observar cómo las ideas que Stephenson materializó en este libro de 1995, conectan con hechos e ideas del 2010. La arrasadora velocidad de cambio social impulsado por China y los pronósticos sobre la nanotecnología que convierte el cuerpo humano en máquina inteligente no pueden más que cobrar nueva luz después de la lectura de La era.

Filés

Considerando tendencias actuales como que los estados nacionales cada vez que corren a apagar un fuego acaban -por el carácter obsoleto de sus herramientas y su lógica interna- subvencionando al pirómano con tal de salir del problema y que la gobernanza global en el sentido de leyes globales no se va a dar o si se da, no valdrá para las empresas transnacionales porque se habrán enfrentado antes a los problemas que aquellas vendrán a legislar, es más que interesante adentrarse en la arquitectura mundial que Stephenson crea en el libro y cuyo elemento esencial es la filé.

La filé de La era se escribe phyle y es una comunidad transnacional de asociación voluntaria y con economía propia que cobra formas diversas dependiendo de los valores que la articulan. Esto en sí, o sea, que los valores conducen a la forma y carácter que adquiere una comunidad (son los medios que determinan los fines y no al revés) constituye una valiosa lección del libro. La phyle que más llegamos a conocer, la de los neovictorianos, próspera y fuerte (la descripción de uno de sus fundadores quien, en su juventud «descubrió que la forma más segura de escandalizar a la mayoría de la gente en esa época era creer que algunos comportamientos eran malos y otros buenos, y que era razonable vivir la vida de esa forma», da pistas sobre los valores de esta phyle), se parece a la Rizome y Kymera de Islas en la red puesto que es un actor económico y político posnacional y de libre asociación, sin embargo es distinto de las anteriores en cuanto que carece de democracia económica; tiene una estructura jerárquica rígida, es propietaria de tecnologías a través de las cuales domina las otras phyles y contribuye a la creación de un mundo en que todo se puede vigilar.

Conocimiento

La fuente de su poder dominante es, a su vez, el punto débil de los neovictorianos. La misma rigidez de su estructura, la protección de su propiedad intelectual y su lógica universalista, o sea, las características que le dan tan enorme poder sobre otros, tendrán como consecuencia el estancamiento del conocimiento y de la innovación que, a la larga, significarán su fin como phyle. Serán ésta y parecidas las contradicciones y ambigüedades que Nell aprenderá a manejar a lo largo de la historia y serán personas con ética hacker que harán, desde dentro del sistema y sin necesidad de derrocarlo antes, que las cosas cambien.

Uno de ellos, cuyo nombre -Hackworth- es la unión del postmoderno hacker y del romántico Wordsworth, programa el Manual ilustrado para jovencitas, una herramienta que lo tiene todo para crear libertad y no dependencia. Si la educación adoctrinadora que reciben los jóvenes neovictorianos («pueden decirte en qué creen pero no por qué lo creen») se parece a la Wikipedia de la etapa un pequeño grupo de bibliotecarios deciden qué es relevante para el resto del mundo), la analogía con el Manual serían las contextopedias de la era distribuida que empoderan a las personas que las crean por medio de la deliberación. El Manual integra, así, los dos ingredientes más importantes de cualquier pedagogía que merezca la pena: la personalización (es capaz de crear contextos dinámicos según las experiencias concretas de las niñas) y las relaciones afectivas y de confianza (la figura de Miranda) para enseñarnos que el conocimiento se genera a través de la interacción, que ésta implica la existencia de una comunidad, y que los contextos dinámicos, con una gran capacidad adaptativa, nacen de comunidades de topología muy distribuida y con una alta interacción entre sus miembros.

La última característica que hace que el Manual cree libertad y no dependencia es que la propia herramienta sea libre, es decir, que no esté protegida mediante derechos de propiedad intelectual más allá de los morales. La historia de Nell nos muestra que de este tipo de libertad dependen vidas, en el plano de la supervivencia individual, y futuros, en el plano del porvenir de la sociedad.

Hackerina

Empoderada mediante el conocimiento, que es exactamente el que necesita primero para sobrevivir y luego para construir, la hackerina Nell no puede ni conformarse con el camino recto y estrecho ni simplemente darle la espalda a lo que le causa sufrimiento. Lo que hará es construir una nueva filé alrededor de los relatos que ha ido creando junto con el Manual.

—Sé, por supuesto, que tengo perspectivas favorables en la phyle atlante. —dijo Nell—, pero creo que no sería adecuado para mí recorrer el camino recto y estrecho. Ahora voy a China a buscar fortuna.

La historia incluye la creación, por parte de grupos cuyo interés es traer bienestar a los oprimidos, de una tecnología llamada seed para combatir el feed, la tecnología dominante controlada por los atlantes. La manera en que se resuelve este hilo de la trama me parece una apuesta en contra del determinismo tecnológico, o sea, que no vale la pena construir nuevas tecnologías (el seed) si el precio es la amputación psicológica (de Nell, que perdería a su madre), por utilizar una expresión que escuché en un documental el otro día. Es decir, si ese es el precio, el resultado no merecerá la pena, toca buscar otros caminos.

La era del diamante me ha abierto el apetito tanto para juegos de rol como para más Stephenson. Me ha dejado con muchas ganas de leer tanto El Ciclo Barroco como Mongoliad.