Comercio libre y conocimiento libre

Hace poquito reflexionamos en el blog de Michel Godin sobre la analogía entre comercio libre y conocimiento libre al hilo del valor que aporta el blog. Tanto las herramientas del libre comercio (caminos, tratados, acuerdos, Internet) como las del libre conocimiento (Internet, blogs, RSS) tratan de facilitar el intercambio. En el caso del comercio, el intercambio de mercancías y servicios que acaban generando conocimiento y en el caso del conocimiento, el de las ideas y reflexiones — que terminan generando mercancías y, cada vez en mayor proporción, servicios.

Por eso me interesó que Raúl Hernández González haya enfocado su aportación al libro Quiero ser Community Manager (en concreto la introducción, titulada Empresas Abiertas para una Economía Abierta) desde el ejemplo del libre comercio.

(…) igual que las relaciones comerciales entre países devienen en una mejora de las condiciones para ellos, las relaciones cada vez más abiertas entre empresas también suponen algo muy positivo. (…) no son «las empresas» las que se relacionan, sino las personas quienes forman «redes» tanto internas como externas (la frontera de la empresa se difumina). (…) la gestión (que no control; son incontrolables) de esas conexiones, de esas «comunidades», es una labor a la que merece la pena poner foco; no tanto a través de una figura concreta (que puede existir como referencia, pero no como «único gestor»), sino a través de una cultura compartida.

Este extracto contiene las otras dos ideas por las que, en mi opinión, merece la pena leer la introducción del libro.

La primera es la identificación del conocimiento como principal valor que aporta, o podría aportar, la comunidad para las empresas. Gestionar la comunidad sería, por tanto, gestionar el conocimiento o, mejor aun, la interacción entre personas tanto dentro como fuera de la empresa.

La otra es su insistencia en que son personas, con nombres y apellidos, que comunican y generan conocimiento, y no la empresa. Una idea a considerar por parte quienes siguen editando blogs en los que las entradas las publica «empresa» o «admin». Los hay muchísimos.

En resumen, el enfoque de Raúl para abordar la tarea de escribir su capítulo del libro me resulta muy simpático. Es un hecho que el community manager como puesto de trabajo está devaluado. Quizá porque no tiene que ser un puesto de trabajo sino más bien un «estado mental», como el marketing. Pero sus sólidos argumentos publicados en un libro sobre ese perfil vendrán bien a la hora de llevar conversaciones sobre comunidad y comunicación en la Red a un terreno serio y estratégico.