«I hope [my 5-year-old son] can hit the workforce relatively early and engage in lifelong education,» Thrun says. «I wish to do away with the idea of spending one big chunk of time learning.»
En Fast Company publicaron hace un mes un interesante retrato de Sebastian Thrun narrado por Max Chafkin en el que aparece esta frase de Thrun. El narrador expresa sus dudas de que Thrun quiera que su hijo esté certificado por Salesforce en lugar de educado en Stanford pero si lo cambiamos a primero certificado por Salesforce y luego, si encaja, educado en Stanford, tiene todo el sentido. Personalmente, desde hace bastantes años, lo que recomendaría a un adolescente de ahora si me preguntara es que empiece a trabajar y ganar dinero (trabajos de voluntariado no valen) cuanto antes. Uno de los mayores problemas de las personas en el mercado laboral es que no saben lo que quieren. Primero, les cuesta saber en lo que son buenos y luego, les cuesta saber si de eso en lo que son buenos, hay demanda. Empezar a ganar dinero cuanto antes a partir de algo en lo que uno piensa que podría ser bueno ayudaría mucho a responder a estas preguntas. Y las decisiones que se toman desde una cierta independencia económica suelen ser mejores a aquellas tomadas desde la dependencia económica de los padres, por no hablar de que saldría más barato para todos que uno descubriera que la carrera que está estudiando no es lo suyo –o no le sirve para ganarse la vida– antes de haber invertido una pila de años en ella. Mi opinión, como diría Vivy Lin, que no me gusta a mí meterme en los asuntos de nadie.
Yo puedo entender por donde va la reflexión, pero tiene su perversión estos mismos momentos: esa famosa generación perdida que siendo adolescente en España se puso a trabajar en el ladrillo, y que ahora está, en su treintena, completamente desesperada y necesitada de toda formación. Vamos, que bien, que es estupendo pensar que trabajando desde pronto se inicia uno en el aprendizaje de lo que nuestros mayores llamaban comúnmente la ‘universidad de la vida’. Pero cuidado con los mensajes a la sociedad en general, y cuidado con los ‘amigos’ que habrían tenido en nuestro demoledor (para esa generación que entendío la parte de trabajar pronto, pero no la de seguir aprendiendo) pasado reciente.
Se trata de entender, efectivamente, las dos partes del mensaje.
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