Crecí en un pueblo pequeño donde el trueque –y más aun el apoyo mutuo– era moneda de cambio frecuente. La admiración de la que disfruté el día en que, ni siquiera yo sino mi padre, volvió a casa con 14 kg de setas que luego repartió entre los vecinos es, por su característica única y extraordinaria en la historia del pueblo, el primer recuerdo que me viene a la mente cuando pienso en ello.
Mi experiencia más reciente con el trueque se la debo a que soy yonki de (bikram)yoga lo que, unido a una economía a base de ingresos menos regulares y tiempo para hacer ejercicio, me ha llevado a ayudar en la administración a cambio de clases ilimitadas. Y ello, a su vez, me está llevando a pensar sobre ventajas y desventajas del trueque frente al dinero. Si el primero está vinculado a aspectos como relación e identidad y puede preparar el terreno para el apoyo mutuo, el dinero, según este post que recién leí de Juan, tiene que ver con la distribución de riesgos.
La red juega un papel analítico similar al de cualquier buffer stock o colchón, similar al límite de crédito y finalmente similar al dinero como necesario medio de pago. El dinero aceptado por todo el mundo es como una red distribuida pues entre dos nodos cualesquiera proporciona infinidad de vías mientras que el trueque proporciona solo algunos contactos. Las explicaciones que en mi juventud se buscaban para justificar el uso de dinero fiduciario están ahora aquí, dentro de las explicaciones de las características de las redes y de su formación.
Nunca pensé en el dinero como red distribuida y hacerlo me está resultando útil para poner en su lugar el trueque, hoy en día también una red distribuida pero a otra escala.