Hay dos formas de pensar sobre la propagación de ideas. La primera, que la propagación depende ante todo de qué influyente es la persona que difunde la idea. La segunda, que la propagación depende ante todo de qué influenciables son las personas expuestas a una idea. La segunda visión implica que para mover ideas en una determinada red de personas, es más importante conocer las dinámicas de la red que sus líderes, algo que Jose Alcántara relató hace poquito en el blog de Cartograf, incluyendo el desafío que esta idea presenta para el famoso Tipping Point.
En el ámbito del aprendizaje y la construcción de conocimiento (recordemos la diferencia entre los dos: el aprendizaje es el proceso que distribuye el capital cultural de una comunidad/empresa/sociedad, la construcción de conocimiento es el esfuerzo deliberado para aumentar el capital cultural de una comunidad/empresa/sociedad), hay una metáfora que me ha venido a la mente al releer el post de Jose. Se trata del push vs pull, del empujar vs tirar.
Empujar es enseñar en el aula siguiendo currículos predefinidos, montar e impartir cursos en sistemas de gestión del aprendizaje, comprar cursos prefabricados de proveedores de eLearning, enviar a personas a hacer prácticas en el extranjero siguiendo un guión estándar ideado por unas pocas personas.
Tirar es hacerle preguntas a un compañero, interesarse por lo que hacen otros en otros departamentos, investigar algo que nos resulta útil, conversar para compartir reflexiones, tener necesidad de saber más y decidir leerse un libro, seguir un blog y comentar, relatar el trabajo, tener un problema y buscar ayuda para solucionarlo.
Hoy en día pocos ponemos en duda que, tanto para distribuir como para construir conocimiento, tirar funciona mejor que empujar. Sin embargo, poco se hace de momento para facilitar el tirar o, al menos, para no entorpecerlo. Esto será así hasta que los incentivos subyacentes no empiecen a favorecer el tirar frente al empujar. Cuando esto suceda, creo que el Tipping Point y los influyentes funcionarán aun menos en el mercado.
Imagen | Fast Company