Barkles, el valor estaba en su fin

Logo de Barkles

Hace unos meses comentamos con un cliente un servicio online de articulación de debates llamado Barkles. Un rápido estudio de la herramienta nos hizo desechar la idea de usarla.

Por un lado no interesaba articular los debates en un servicio que no permitía ser los propietarios de nuestros datos que nos habían de servir para aprender y generar conocimiento. Por otro lado, el diseño de la herramienta exageraba el lado emotivo de los debates y fomentaba la polarización de grupo frente a la reflexión. El naming era de lo más honesto y directo (barkles-ladridos).

Ahora, Barkles cierra y los creadores han enviado un mail de despedida en el que reconocen haber construido la herramienta sin haber identificado antes el problema que supuestamente iba a resolver.

One of the main rules about starting a new startup is locking down the problem you are solving. Without a strong problem, you will have less people needing/wanting your product which will result in low traction/return rate. In many cases, Barkles was a cool solution looking for a problem – a reason for people to use it if you will. Had we of nailed down our problem before building the solution we probably wouldn’t have built Barkles in the first place.

Probablemente hagan con este mail su aportación más importante a sus usuarios. Y consigan, de paso, más atención que con la propia herramienta.

Segunda textualidad

El martes pasado escuché dos charlas breves sobre el libro digital. Fue en un evento dibujado en vivo.

Informe gráfico del evento de Fernando de Pablo «Dibujario»
Informe gráfico del evento de Fernando de Pablo «Dibujario»

Los que hablaron de libros fueron las dos personas del centro.

Autor

Primero, José Manuel Lucía desde la perspectiva del autor. Me gustó que insistiera en que lo importante del libro era el texto, no el objeto. La interacción entre autor y lector en la fase pre- y post-artefacto, la llamó «segunda textualidad». Una especie de vuelta a la oralidad, a la diversidad de versiones. Un mejor aprovechamiento de la lengua.

Curiosidades

No sabía que Leonardo da Vinci despreciaba el libro porque pensaba que haría que las personas fueran más imbéciles. Ahora ocurre lo mismo con la Red, algunos la culpan de un supuesto atontamiento de las nuevas generaciones.

Habrán oído, a estas alturas, también la queja de que «ahora cualquiera piensa que puede escribir». ¡Vamos, el mismo argumento interesado que empleaban los detractores de la imprenta industrial cuando ésta desplazaba a la artesanal.

Lector

Si lo importante del libro es el texto, el centro de gravedad de la lectura es el sujeto, el lector. Luis González, de la Fundación GSR, dio una definición del lector que incluye funciones de las que tanto se habla últimamente, pero como cosas separadas: el filtrar, curar y crear contenidos. Una celebración, precisamente, de que «cualquiera puede escribir».

Lector: persona que realiza un ejercicio de curiosidad, interpretación, comprensión, valoración, creación, asimilación y compartición.

«Cuando acabe la guerra de las plataformas»

Respecto a la industria del libro, todos los que hablaban transmitían que tenía que reinventarse según las nuevas reglas del juego y entender el negocio editorial como servicio en lugar de suministro. Mientras Amazon está camino de abarcar la mayor parte del mercado del libro electrónico, en este evento se hablaba del final del DRM y del mundo después de la «guerra de las plataformas cerradas».

Número de Dunbar, herramientas web y confianza

Hace unas semanas estuve viendo Path, una aplicación para móviles, optimizada para el mantenimiento de las relaciones más íntimas de las personas: pareja, familia, amigos íntimos. Si Facebook no me gusta porque persigue mantener las personas y las relaciones dentro de sus muros (aparte de ser una aplicación privativa y centralizada y una empresa que trafica con datos personales), Path, que hace lo mismo pero con la meta de que te expongas aún más, en tu faceta más íntima, me echa mucho para atrás. Pero me ha resultado interesante descubrir en Error500, que en Path el número máximo de las personas con quienes compartes está limitado a 150, inspirado en el Número de Dunbar.

En Bazar, dónde pensábamos en las redes como grupos de empresas interesadas en crear un mercado preferente entre ellos y de cara a su exterior, también barajábamos el Número de Dunbar como el tamaño máximo de un grupo de empresas así.

150 parece ser el número aproximado de personas con las que podemos relacionarnos a base de responsabilidad y confianza. La escala humana. Más allá de este número, nos volvemos un poco hormigas hasta, en algún momento, sólo diferenciar entre Cero y Algunos, algo que nos acerca a argumentaciones como esta de la Reina de las hormigas: «No te preocupes por las hormigas bajo tus patas, no es posible que mates más de cero».