En cierto momento de The Mongoliad, a Rafael, caballero OMVI, unos monjes le regalan un bloc de notas de pergamino.
Nos lo traes de vuelta, le dijo el escriba mayor. Cuando esté lleno de tus palabras.
Fue una petición extraña y durante muchos meses, Rafael fue reacio a ensuciar el pergamino virgen del libro. ¡Qué arrogancia pensar que sus palabras eran suficientemente dignas para estar depositados en las mismas estanterías que los evangelios, los libros de horas y los salterios que vio en la biblioteca de Clairvaux! Cuando necesitaba meditar, vaciar su mente antes de una batalla, contemplaría las páginas vacías y se perdería entre los pliegues del pergamino. Al cabo de un tiempo, cada página adquiriría su propio carácter, con las líneas y surcos sugiriendo imágenes ocultos en el pergamino; y un día, cogió un carboncillo para dibujar la imagen escurridiza.
Otros dibujos y retratos siguieron; al final, empezó a poner anotaciones. Su torpe garabato serpenteó como aureola de texto alrededor de los retratos. Referencias crípticas apiladas una encima de la otra, creando capas estriadas de historia de su paso por las estaciones y su ruta a través de la Cristiandad. El texto inicial estaba en latín, pero poco a poco pasó a escribir en el idioma que fuera más relevante para el acontecimiento que intentó capturar. Se dio cuenta de que esto le ayudaba a mantener la lengua fresca en su cabeza. Las pocas anotaciones sobre Benjamín estaban en hebreo, por ejemplo, mientras que la nota sobre su visita a la tumba de St. Ilya era una combinación de la escritura rutena y la griega, la aproximación más cercana al alfabeto eslavo que conocía.
Me parece que empezar un blog es una aventura parecida a la aproximación de Rafael a su libro de notas. Necesitaba, primero, sentirlo como un lugar acogedor, adonde ir a «meditar», donde refugiarse «antes de las batallas». Sólo después se puso a dibujar y escribir. Respecto a los idiomas, me ha resultado curiosa la práctica de anotar cada acontecimiento «en la lengua más relevante». Tiene mucho sentido en un mundo en que el idioma es la única patria y en que la normalidad es vivir en patrias diversas. Como el mundo de The Mongoliad. Como el mundo en red en que vivimos.
El idioma no es obstáculo para conseguir lo que quieres, es verdad, pero el idioma que utilices en el blog sí que define el tipo de público que tendrás y los blogs con los que podrás hacer red.
De hecho, me estoy planteando desde hace un tiempo cambiar al inglés en mi blog porque en los temas que toco la conversación es muchísimo más interesante, densa y abundante en inglés que en castellano.
No sé si lo haré, pero estoy seguro que haría mucha más red en inglés.
¡Un saludo!
La verdad es que la analogía funciona hasta el aporte de reflexión que tienes al mantener un blog. Cuando vamos a la interacción, lo que pasa no es que «mantienes vivo un idioma en tu mente» sino que eliges idiomas para conversar. Y tus conversaciones por supuesto influyen en quién te conviertes. La nueva normalidad es mantener conversaciones en dos o tres idiomas, de modo que elegir para el blog un idioma distinto del día a día me parece algo maravilloso si eso encaja en la dirección en que uno va. Es el caso, también, de los blogs como herramienta de preparar prácticas o trabajos en otro contexto lingüístico. ¡Saludos!
Gracias, tus palabras me aportan cierta claridad que necesitaba 🙂