Según un artículo de Phil Hill en e-Literate, los 4 patrones son: (1) los lurker, (2) los drop-ins, (3) los pasivos y (4) los activos.
Me encantan los drop-ins. Son aquellas personas que, sin plantearse hacer el curso entero, se unen al MOOC durante un tiempo variable con el fin de aprender algo concreto que les soluciona un problema. Un comportamiento que los cursos presenciales no permiten (lo mismo podríamos decir los mal llamados lurker, por cierto) y que me parece muy interesante desde el punto de vista del aprendizaje. Los proveedores de educación y formación se fijan en los drop-outs (los que abandonan). Cuando el acceso está abierto, surgen los drop-ins (los que se unen).
Esos perfiles –o patrones– están un poco cogidos con alfileres… (Hill lo admite y s elo recuerdan en los commnets). Pero el post es interesante, porque deja entrever hacia dónde van los MOOC o hacia dónde acabarán orientándose para ser útiles en unos casos; rentables, en otros; y útiles y rentables aún en otros. Y qué cosas perderan (me da que el «massive» enfrentado a «quality» no tiene mucho futuro, a no ser que haya progresos en la automatización).
El grupo de autores del blog colaborativo parece también intersante. Aportan datos de primera mano; hay docentes que usan el formato MOOC. De un primer vistazo parece muy orientado al ámbito universitario.
Gracias por la recensión!
Creo que sí que hay valor añadido en lo masivo. Lo expresa bien Siemens, en cuyo curso LAK12 había algo de eso.
Otra cosa es que esto se considere «calidad» de la que, personalmente, lo único que me atrevo a afirmar así sin más, es que está en los ojos de quien mira.
Sí, comparto tu visión y la precaución. Que se genere un beneficio colateral (conectivista) es una cosa y que eso sea parte de la esencia de un mooc es otra. Añadiría que, incluso así, en las condiciones actuales, es un precio muy alto. Por otra parte, Siemens tenga en mente más un «open» hacia universitarios que un «open» like-way-absolutely-open.
¡Soy una drop-in!
Pero no me voy cuando aprendo lo que me soluciona el problema (me gusta aprender aunque no tenga una aplicación directa concreta), sino cuando el resto me aburre 🙁
El drop-in no deja de ser el ‘oyente’ de toda la vida de la universidad, que iba a clases pero no podía presentarse a los exámenes. En cierto modo, su interés podría ser más ‘puro’. Tampoco solía pagar por la matrícula y venía a ser una concesión del profesor el dejarle pasar por la razón que fuera. Y esos drop-in, por otro lado, pueblan cursos presenciales, o actividades extralaborales o extraacadémicas a tutiplén. Cuántas veces no habré estado en un curso de 20 personas en septiembre que cuando llega marzo y sólo quedamos 8 empieza a peligrar y puede no acabarse? Sin duda, es mucho mejor un modelo que los incluya.
Gracias por los comentarios 🙂
Se ve que todo está inventado, jeje.
Otro neoconcepto que he leído estos días es el binge learning, algo así como «aprender hasta atragantarse» o «aprendizaje compulsivo». Tiene que ver con la idea de los drop-ins en su carácter autodirigido, el potencial que, personalmente, más me interesa en los MOOC.
En mi experiencia (soy uno de ellos 😉 ) hay otro perfil: el «diogenito». Nos apuntamos a muchos cursos y nos bajamos los materiales «para cuando tengamos tiempo de estudiarlos». Seguro que está relacionado con el «binge learning», pero no es exactamente igual 🙂
Pues como que vamos a por el Club del Engrama Ansioso, porque yo secundo esas mociones… 😀
Me da que la parte de exceso es un pago en forma de stress; y creo que no ajeno al «sign o’ the times» que nos ha tocado. Enfín, decía La Trinca «mejor que zozobre y no que zozofalte»:-)
Ese perfil lo conozco de cerca 🙂 Mi carpeta de «Quiero leer» me da para lecturas de varios años. Como aspiro a leer un libro por semana (hay personas que lo consiguen), pues sigo alimentándola. Efectivamente, mejor que sobre a que falte.