En la última presentación de Niels Pflaeging sobre «qué hacer para que el trabajo vuelva a funcionar» encontré esta gráfica, de Jurgen Appelo. Muestra, a modo de capas de cebolla, lo que hay debajo del comportamiento. La naturaleza proporciona el core y es la parte más estable — es la responsable que todos los días comamos y durmamos, por ejemplo. Los motivos son características bastante estables a lo largo del tiempo, aunque me cuesta distinguirlos de las preferencias, que son lo que encontramos en muchos tests de personalidad, y que parece que cambian con más facilidad que los motivos en función del entorno, los retos y los objetivos personales. Motivos y preferencias influyen en el interés en desarrollar competencias. Los tres juntos moldean el comportamiento.
La gráfica está genial porque muestra que el comportamiento es el resultado de un movimiento de dentro hacia fuera. Para yoguis: desde los huesos a la piel. La «causa del movimiento», el motivo, está en las capas interiores.
Pero lo observable es el comportamiento. Con detenimiento se pueden describir las competencias y hasta las preferencias de las personas pero lo cierto es que, sin reflexión y atención consciente, ni siguiera somos conscientes de nuestras propias preferencias, por no hablar de las causas verdaderas de nuestras decisiones. Las de otra persona a menudo son un misterio. Sin embargo, sin llegar a las capas interiores, sin reflexionar, es imposible lograr cambios más allá de los superficiales. Cambios necesarios para aprender, innovar o alinear objetivos (¿se han fijado lo poco que se distingue la palabra «alinear» de «alienar»?).
El conductismo es muy popular en los ámbitos del marketing, la educación, el desarrollo profesional y la organización del trabajo porque se centra en lo fácilmente observable — el comportamiento. Y conforme se hace posible una observación aun más precisa del mismo —midiendo clics, interacciones, descargas, registros, tiempos, horas de conexión— se hará aun más popular debido al sesgo de disponibilidad. Y en muchos casos servirá bien a los fines. Pero ojo con sacar conclusiones sobre causas y motivos o pretender influir en ellos tan sólo en base a observar el comportamiento, pues el movimiento es, como hemos visto, de dentro hacia fuera.
Pues no lo tengo claro Bianka, ¿los motivos antes que las preferencias? Que ayuden a definirlas, o determinen la decisión sí, pero encuentro que las preferencias están más alineadas con el core aunque los motivos, tomados como influencia externa, terminen por alienar las preferencias.
En cualquier caso, el gráfico es excelente para auto evaluarse porque los supuestos «motivos» bien pueden ser la disculpa para no atreverse con las «preferencias». Y no pretendo hacer juegos de palabras, más bien siento que se me rebela «lo que no se ve».
Es la parte que menos claro tengo yo también, seguramente porque no sabría explicar la diferencia entre motivo y preferencia. La persona que enlazo, la que hizo la presentación, me imagino que sí lo tiene claro. A mí me toca investigarlo todavía. Que tú lo invertirías, ya me da una pista. 🙂