¿A qué se dedican los «trabajadores del conocimiento»?

Knowledge is power

Todos somos trabajadores del conocimiento

Se está acabando la época en que sólo una élite pequeña y especializada, los llamados intelectuales, necesitaba «trabajar con el conocimiento». Desde hace más de 30 años que Peter Drucker, un reconocido maestro del management empezó a insistir en que construir conocimiento, es decir, innovar, habría de formar parte de «lo normal», del día a día de cada persona, se dedicase a lo que se dedicase. Hoy en día, inmersos en una economía postindustrial, también llamada «del conocimiento» todos, profesores y peluqueros, albañiles y agricultores, carpinteros y creativos de publicidad, absolutamente todos somos «trabajadores del conocimiento». Pero ¿qué quiere decir esto? ¿A qué se dedica alguien que trabaja con el conocimiento? Y, ciñéndonos al tema de este blog, ¿qué queremos decir cuando decimos que un período de prácticas en el exranjero prepara a las personas a formar parte de la «sociedad del conocimiento»?

El quid de la questión está en que trabajar con el conocimiento supone no sólo saber algo sino también ir más allá de lo que sabemos, cuestionarlo y mejorarlo. No se trata pues de hacer un curso tras otro, obtener u título tras otro, memorizar un dato tras otro para ser un mejor «trabajador del conocimiento». No se trata de eso. De hecho, el propio término «trabajador del conocimiento» nos puede llevar a engaño porque no se trata para nada de convertirse en un «trabajador», una palabra quizá demasiado cargada del legado de la era industrial. Se trata de construir conocimiento nuevo movidos por la curiosidad y por ver que lo que construimos es útil y sirve para algo, para alguien. Para hacer esto, no hay que tener primero un título. Se puede hacer en cualquier etapa de la vida. En la etapa en la que toca ganarse la vida, hacerlo nos convertirá, para los ojos de un posible empleador, en «trabajador del conocimiento», si se quiere.

Actitudes

Pero lo importante es construir. Construir conocimiento. Mi peluquera, cada vez que voy, me pregunta por cosas de la comunicación en Internet y siempre acabamos comentando las novedades y los retos al respecto. Nuestras conversaciones, enmarcadas en este caso en una relación cliente-proveedor, son parte de la «sociedad del conocimiento» y más si cada una, tras la conversación, hacemos algo con lo que aprendimos. Escribimos un post, probamos una nueva herramienta, una nueva técnica o apuntamos algo en nuestras notas. En uno de mis blogs favoritos de gestión de conocimiento, publicaron hace poco un perfil del trabajador de conocimiento. En cuanto a actitud, la persona que construye conocimiento junto a otros es, ante todo, curiosa y reflexiva. Pregunta mucho, a sí misma y a otros y sobre todo le interesa el «porqué» y el «cómo» de las cosas.

Habilidades

Respecto a las habilidades, para construir conocimiento hay que ser muy buenos comunicando. Comunicar para expresar ideas y contar experiencias —hablando y por escrito—, comprenderlas y mejorarlas juntos, es la base para crear conocimiento nuevo porque éste se crea a través de la interacción, no existe por sí sólo. No hay verdades a alcanzar, sólo conocimiento nuevo a crear. Ser buenos comunicando incluye saber dar y recibir feedback y estar cómodos conversando con personas que tienen ideas diferentes, a veces incompatibles, con las nuestras. También abarca saber idiomas para tener un círculo más amplio de personas con quienes comunicar. Y leer mucho. Y buscar información de forma proactiva. Y —una habilidad que envidio porque yo no la domino todavía— teclear rápido y a ciegas.

Conclusiones

En su esencia, el «trabajador del conocimiento» se dedica a comunicar y a reflexionar. Las actitudes y las habilidades que hacen que una persona sea buena comunicando y reflexionando, hacen que esa persona construya conocimiento, se dedique a lo que se dedique. Hay muchas formas para desarrollar estas actitudes y habilidades. Una de las mejores es viajar pero no de turistas sino, por ejemplo, para practicar o trabajar, para hacer cosas, en el extranjero. Un período de prácticas fuera de nuestro entorno habitual puede preparar, en este sentido, efectivamente a «formar parte de la sociedad del conocimiento». Lo hace tanto más cuanto más esté enfocado a que practiquemos, de manera profunda e inmersa, comunicar y reflexionar.

Foto | Daquella manera

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