«Tiempo de contacto» es como se denomina en la jerga del sector de la educación el tiempo que los maestros o profesores pasan activamente con sus alumnos, prestándoles atención, guiando, acompañando y ofreciéndoles contexto para la construcción de su saberes. El resto de su tiempo de trabajo, el maestro o profesor lo pasa organizando y preparando el «tiempo de contacto»; eso también incluye la formación continua de su propia persona.
Ahora bien, resulta que una de las consecuencias de los recortes en algunos sistemas educativos de la Península es el aumento del tiempo de contacto. En relación a ello, hay opiniones de que más tiempo de contacto puede reducir el tiempo de preparación y así disminuir la calidad pero también dudas de que esto tenga repercusiones serias en la calidad docente. Esto último se hace sacando un dato de Grecia donde el tiempo de contacto es muy bajo (se asume, por tanto, que hay mucho tiempo disponible para la preparación) y la calidad, según los resultados del estudio PISA, también bajo. Muchos piden esquemas de incentivos nuevos; sobre los resultados de uno de estos esquemas, el «No Child Left Behind» de EE UU, no dejan de llegar noticias preocupantes.
Mi opinión al respecto es que, aunque a nivel de sistemas educativos enteros el tiempo de contacto no tenga correlación clara con la calidad, es difícil de argumentar que el tiempo que una persona intrínsecamente motivada pasa formándose y preparándose para enseñar a otros, no tenga luego que ver con la calidad de la clase que ofrece. Cómo se mide esa calidad es una cuestión nada desdeñable y, para pensarla, me quedo con la «ley» de la medición del desempeño de Donald T. Campbell citado por Richard Rothstein:
The more any quantitative social indicator is used for social decision-making, the more subject it will be to corruption pressures and the more apt it will be to distort and corrupt the social processes it is intended to monitor. (Cuanto más se utiliza cualquier indicador cuantitativo para decidir sobre políticas sociales, más se expondrá esa política a la corrupción, y más distorsiones causará en los procesos sociales que intenta medir.)
En un contexto así es esperanzador que se fortalezcan, también en EE UU, las iniciativas de unschooling.