Interesante y breve artículo sobre el camino que ha recorrido el trabajo temporal desde los años 60, cuando se empezó a usar para cubrir necesidades temporales –de ahí su nombre–, hasta hoy cuando se usa de modo sistemático en trabajos continuos. El punto clave es que al pasar de ser considerado «recursos humanos» a ser visto como «gasto de compras», se dejaron de contabilizar costes considerables para las organizaciones. Estos costes ocultos derivan de la creación de dos clases de trabajadores y las consecuencias de esto en el compromiso y, por tanto, el desempeño de los mismos.
Otro efecto negativo tiene que ver con la práctica de cubrir los puestos fijos que se quedan libres, del pool de trabajadores temporales. La consecuencia de esto es una desconexión de la realidad del mercado en cada momento. Parece que detrás del asunto del trabajo temporal está «la habilidad para mirar los céntimos unida a la torpeza de mirar los euros». Seguro que hay un refrán en español para expresar esto.