Estoy leyendo Thinking, Fast and Slow de Daniel Kahneman, mago de los sesgos cognitivos. Es un libro largo.
Hace poco leí otro libro largo, The Origins of Political Order, de Francis Fukuyama (que, en los fans de la saga, evoca comparaciones con Juego de Tronos). Montones de párrafos marcados en el nook y ni un sólo post. Revisitarlo será imprescindible pero costoso. Como no quiero que me pase lo mismo con el libro de Kahnemann, prefiero comentar las cosas que más me llaman la atención, sobre la marcha. Quien mucho abarca, poco aprieta, ¿no?
Abarco pues el Efecto Halo, nombre acertadísimo de la predisposición para una coherencia emotiva exagerada.
Conocemos a una persona nueva y nos deleita su conversación. Bajo el Efecto Halo tendemos a pensar que, además de sociable, también es generoso, inteligente y diligente. Así es que recomendamos para un trabajo a personas que «nos caen bien».
Estamos de acuerdo con una decisión de una organización. Bajo el Efecto Halo estaremos por defecto de acuerdo con todas las demás desiciones de la misma. Así es como nos hacemos partisanos.
Predispuestos a percibir a las personas, las organizaciones y las cosas enteramente blancas o enteramente negras, agradecemos la supresión de la ambigüedad y el consiguiente relax cognitivo que proporcionan, por ejemplo, santos y celebridades.
El Efecto Halo no deja de ser trágico
El Efecto Halo es el responsable de que no haya «una segunda oportunidad para una primera impresión». Kahneman cuenta el experimento clásico de Solomon Asch que preguntó a los sujetos qué opinaban de dos personas con las siguientes caracteríticas.
- Paco: inteligente – trabajador – impulsivo – crítico – tozudo – envidioso
- Pepe: envidioso – tozudo – crítico – impulsivo – trabajador – inteligente
En el experimento, Paco es percibido como mejor persona que Pepe. Las características iniciales influyen en el significado de las características nombradas después. La tozudez de Paco se explica como consecuencia aceptable de su inteligencia, mientras a Pepe su inteligencia lo convierte en peligroso puesto que es una persona envidiosa.
Ambigüedades suprimidas, relax cognitivo alcanzado
La tragedia de la primera impresión es aun mayor si consideramos que para tener la primera impresión visual tardamos, al parecer, tan sólo 50 milisegundos. En menos de un abrir y cerrar de ojo, ya la tenemos: una impresión de una persona que vemos –o una web que cargamos– que desde ese momento, influirá en todo lo que viene después.
¿Cómo se rompe el Hechizo Halo? Con la activación de lo que Kahneman llama el «Sistema 2», el lado racional que tiene capacidad de soportar la ambigüedad y la contradicción, pues el halo lo crea el «Sistema 1», que es todo intuición y automatismo. Tiene un coste, claro: la pérdida del relax cognitivo, la expulsión del paraíso.
Imagen | Kevin Dooley