El martes pasado escuché dos charlas breves sobre el libro digital. Fue en un evento dibujado en vivo.
Los que hablaron de libros fueron las dos personas del centro.
Autor
Primero, José Manuel Lucía desde la perspectiva del autor. Me gustó que insistiera en que lo importante del libro era el texto, no el objeto. La interacción entre autor y lector en la fase pre- y post-artefacto, la llamó «segunda textualidad». Una especie de vuelta a la oralidad, a la diversidad de versiones. Un mejor aprovechamiento de la lengua.
Curiosidades
No sabía que Leonardo da Vinci despreciaba el libro porque pensaba que haría que las personas fueran más imbéciles. Ahora ocurre lo mismo con la Red, algunos la culpan de un supuesto atontamiento de las nuevas generaciones.
Habrán oído, a estas alturas, también la queja de que «ahora cualquiera piensa que puede escribir». ¡Vamos, el mismo argumento interesado que empleaban los detractores de la imprenta industrial cuando ésta desplazaba a la artesanal.
Lector
Si lo importante del libro es el texto, el centro de gravedad de la lectura es el sujeto, el lector. Luis González, de la Fundación GSR, dio una definición del lector que incluye funciones de las que tanto se habla últimamente, pero como cosas separadas: el filtrar, curar y crear contenidos. Una celebración, precisamente, de que «cualquiera puede escribir».
Lector: persona que realiza un ejercicio de curiosidad, interpretación, comprensión, valoración, creación, asimilación y compartición.
«Cuando acabe la guerra de las plataformas»
Respecto a la industria del libro, todos los que hablaban transmitían que tenía que reinventarse según las nuevas reglas del juego y entender el negocio editorial como servicio en lugar de suministro. Mientras Amazon está camino de abarcar la mayor parte del mercado del libro electrónico, en este evento se hablaba del final del DRM y del mundo después de la «guerra de las plataformas cerradas».