El aprendizaje continuo, unido a un efectivo diseño y gestión del conocimiento son grandes retos de las empresas hoy en día. En el caso de las pymes con muy pocos empleados, afrontar ese reto va necesariamente unido a la búsqueda de conexiones fuera de la empresa.
¿Por qué? Básicamente, porque nadie aprende solo. El conocimiento no es una propiedad individual de las personas. El conocimiento es el resultado de —y «vive» en— la comunicación en red.
La interacción y la comunicación es pues tan imprescindible del aprendizaje como la atención y la concentración. Cuando los empleados son muy pocos, las posibilidades de conectar nuevas ideas son menores. Se corre el riesgo de ser demasiado autárquicos y autorreferenciales y dejar de hacer cosas nuevas. De no salir del círculo.
Hay muchas formas de evitar que esto pase. Todas ellas tienen que ver con buscar nuevas ideas y nuevas personas de forma proactiva y en consonancia con los objetivos de negocio de la pyme. Una forma muy concreta y específica es plantear stages (prácticas) de los empleados en otra empresa. Es esto que explora mi post reciente en Con Tu Negocio. ¿Es un disparate enviar a empleados a observar el trabajo en otra empresa? ¿Es factible que alguien los acoja sin interpretarlo como una especie de espionaje de negocio? Creo que sí, que bien planteados, las prácticas de empleados en otra empresa pueden ser una herramienta de aprendizaje de alto impacto en la pyme, en la que bien puede merecer la pena invertir. Pero mejor pasen y lean.