A los clientes de The Body Shop podría parecerles que body shopping es ir a comprar productos de cosmética pero el significado real de la expresión es mucho más literal. Vamos, es literal. Se trata de un servicio de ETT global en el sector de la consultoría tecnológica, vinculada geográficamente a la India. Se caracteriza por ser capaz de optimizar los procesos de formación, especialización y movilidad internacional de programadores buenos y baratos. Una intermediación en base a las paradojas de la globalización: la apertura radical de Internet (que permite conectar y comunicar con facilidad) unida a las aún fuertes barreras del mundo físico (que impiden a los programadores ir a trabajar en otro país por su propia cuenta).
No sabía muy bien cómo traducir body shopping al español hasta que el otro día me encontré en Genbetadev con una expresión no menos atroz que la versión india: cárnicas. El contexto es bastante distinto (dejar a la ETT o consultora no priva a los programadores del derecho de quedarse en el país en que trabajan), sin embargo, el significado tan parecido.
Todo esto, que es a lo que voy, me recordó una conversación efímera que tuve en 2005 (años del estreno de La Isla que cuenta un body shopping aun más literal) en una playa chipriota con un programador indio. Me llegó a decir que los indios «eran los únicos que trabajaban en ese país» (es decir, en Chipre). Parecía muy descontento con su situación y tendría sus motivos. En perspectiva, probablemente fuera un programador importado. Quizá hasta se había encontrado con locales que se quejaban de que los indios «les estaban quitando el trabajo» y su xenofobia fuera una reacción a ello. No lo sé.
Es difícil evaluar el impacto de prácticas como el body shopping y las cárnicas. No conozco el problema en profundidad. Pero está claro que hay problemas cuando estos términos se refieren a lo mismo que las consultoras llaman «creación de empleo cualificado».