Estoy practicando CSS con Codecademy. Me gusta bastante la experiencia. Una primera impresión: igual que visualizar la presencia y actividades de otros usuarios mejora la experiencia de interacción en entornos pensados para la colaboración y cooperación, visualizar los avances en sendas (tracks) de aprendizaje con medallas, mejora la experiencia del recorrido de la senda. Queda por ver si las medallas o cromos acabarán funcionando como herramientas de validación, como persiguen en la Fundación Mozilla. Como apoyo visual a la práctica autonóma los encuentro, sin duda, útiles.
Otra cosa que pienso en relación con los itinerarios de Codecademy, es que cuando la instrucción es que añadas o pongas, por ejemplo, -webkit-column-count: 3;
no da lo mismo copipegarlo que teclearlo. Sobre todo cuando es algo nuevo, teclearlo supone una práctica de mejor calidad en términos de lo que se aprende, que copipegarlo. Es más real, implica una experiencia más profunda, por muy poco que pueda parecer la diferencia en el caso de un trocito de código tan pequeño.
Pensé esto al leer este finde Getting Real, el libro de los fundadores de 37Signals sobre desarrollo de aplicaciones web. En relación con el texto, el copy, insisten en que es tan parte de la interfaz como el resto de los elementos. No recomiendan el diseño en base al habitual lorem ipsum y parecidos pues el texto no es un elemento meramente visual –una forma– sino información que queremos que se lea o se escriba (en el caso de formularios). Para el proceso de tomar decisiones de diseño, escribir texto de verdad hasta puede suponer oportunidades de tomar mejores decisiones. Oportunidades que con el lorem ipsum ni siguiera aparecen.
You need real copy to know how long certain fields should be. You need real copy to know how tables will expand or contract. You need real copy to know what your app truly looks like.
As soon as you can, use real and relevant words. If your site or application requires data input, enter the real deal. And actually type in the text – don’t just paste from another source. If it’s a name, type a real name. If it’s a city, type a real city. If it’s a password, and it’s repeated twice, type it twice.
Sure, it’s easier to just run down the forms and fill the fields with garbage («jhjhsflkhsdg» «123jkgfjhsi» «lkjdkfny78») in order to plow through them quickly. But that’s not real. That’s not what your customers are going to do. Is it really smart to take a shortcut, when customers are forced to take the long road? When you just enter fake copy in rapid-fire fashion, you don’t know what it really feels like to fill out that form.
Do as your costumers do and you’ll understand them better. When you understand them better, and feel what they feel, you’ll build a better interface.
Podría haber copipegado esta cita. Pero lo he tecleado. 😀
Foto | Klaus Wagensonner
Te felicito Bianka por este nuevo aprendizaje con Codeacademy. Te cuento que la otra vez lo intenté con el cursito de Java que me comentaron con Jose y abandoné. Mmm, no me agrada decirlo pero no me termina de gustar aprender distintos lenguajes de programación. Y no me agrada porque de verdad creo que me aportaría mucho, no necesariamente ser un expderto, pero sí conocerlos y poder expresarme en ellos.
Pero bueno, por eso te felicito a vos si vas por ese camino!! 🙂
Por otra parte hace unos días tuvimos una reunión en casa de unos amigos que tienen un perfil tremendamente musical y la casa está repleta de instrumentos. Comimos, tomamos algo y tocamos muuuuucha musica. Al final me quedé pensando en algo que en algún post o lugar escribiste vos o Isabel, no puedo recordar cual de las dos!! Versaba sobre algo así como… «el entretenimiento de aprender» o «nos divertimos cuando aprendemos». Pues no se, pero alguna idea iba por ese lado 😀 Jo, perdón por lo vago de la referencia. Pero a lo que iba es que de los que estábamos allí, creo que ninguno había pasado de los seis meses de «clases profesionales» de guitarra o percusión. Y el qué más o el que menos tiene una vida musical y toca, tocó o cantó en algún lado. En el caso de uno de mis amigos, el cabeza, en particular me contaba que aprendió a tocar el tambor (al estilo de cuerda de tambores, ya sabés el carnaval de acá con 80 personas tocando al mismo tiempo tres tipos distintos de ritmos y sonando bien) ‘yendo a escuchar a las comparsas que tocaban en la calle’. Nunca tomó una clase propiamente dicha… Escuchaba, disfrutaba lo que oía y un día se compró un ‘chico’ y empezó a sumarse a una de las tantas ‘cuerdas’. Así fue mejorando y hoy por hoy toca muy bien. Y siempre nos divertimos.
En fin digo esto pensando en cómo los métodos de aprendizaje, y las formas, pueden condicionar todo un desarrollo. Yo tomé clases de guitarra y saxo. Con la primera pasaba bien y hoy si me dan una guitarra algo toco; con las de saxo uno de mis profesores resultó un excelente músico pero un profesor tirano y nunca me divertía. El aprendizaje era un sacrificio. Hoy por hoy no puedo ni sacarle un ‘la’ al saxo. Está ahí, guardado en el estuche.
Perdón por haberme ido de tema, pero me vino un ataque de inspiración. 🙂
Entonces, cuando comentamos por primera vez el curso de Javascript de Codecademy, yo también lo dejé. Ahora es que necesito saber más CSS para un trabajo concreto y me viene genial para practicar. Ya ves, los incentivos, los «para qué», son importantes 😉 (los «por qué» también, eh).
Sí que importan los métodos. Hay métodos que no sólo no sirven para aprender sino tienen un efecto contrario, te quitan las ganas. Las clases y cursos formales pueden tener su rol pero sólo van a funcionar de verdad, es decir, más allá de superar exámenes, si son parte de una historia más completa. Por eso, creo, funciona tan bien el aprender haciendo lo que nos interesa, como hizo tu amigo con el tambor, y por eso la forma de aprender que nos viene de serie es el juego.
Ayer empecé a leer un libro sobre los comienzos de la industria del videojuego en España, años 80. Es muy entretenido. Entre los primeros primerísimos desarrolladores había chavales de 16-17 años que, cuando su instituto recibió unos primeros Commodore, pronto sabían más que el profe de matemáticas que daba las clases de informática. «Ellos aprendían igual que aprendìamos nosotros» dicen de sus antiguos profes. Lo único que los chavales tenían la ventaja de engancharse jugando y aprendieron más y más rápido.
🙂 Pues sí, los incentivos, siempre los incentivos 🙂 jeje.
Mmm, si me baso en eso ahora mismo tal vez no es el momento para empezar ese aprendizaje. ‘para qué’, ‘por qué’, y ‘momentos’ u ‘oportunidad’ 😉
Por otra parte: Wow! que bueno ese libro!! Anduve mirando la web y me parece que debe estar buenísimo, encima nombra por ahí a un juego estilo «piedra de rosetta» en mi vida: El ‘goody’ (http://www.myabandonware.com/game/goody-sp-au), no sabía que lo habían programado en España! Me saco el sombrero por esa generación de programadores (bueno, por otras también, peor ahora por esa 😉 ) Jugaba con mi padre y hasta una de mis tías al goody. Se me va a caer un lagrimón! 😛 Y después dicen que las computadoras e Internet destruyen a las familias!
Jeje, pues seguro que disfrutarías mucho con el libro. Me entretiene a mí que apenas tengo experiencias directas. Bueno, sí tuve una consola china que compramos en el mercado polaco (esto, en aquel entoces en Hungría quería decir mercado negro) pero sin acceso a juegos que no vinieran por defecto.
Las computadoras e Internet sólo destruyen las familias en las que no se quiere jugar, ergo, no se quiere aprender. Pero a esas familias (empresas, instituciones…) las destruye cualquier cosa nueva.
El «mercado polaco», me da un poco de gracia que lo llamasen así. ¿Una historia respecto a los polacos?
Contundente el final del comentario, ¿se podría decir que la innovación destruye al que se niega a aprender?. O siendo un poco menos duros, al que se niega a aprender o al que no puede. Que son dos situaciones bien distintas.
Eran comerciantes polacos, capaces de transformar cualquier plaza de cualquier ciudad o pueblo en un mercado improvisado. Algo muy propio de los años justo después de la caída del muro. Antes de viajes a Alemania (con el colegio, para intercambios, para trabajar, que en mi pueblo la élite montó una agencia de trabajo temporal que reclutaba para empresas en Munich, Karlsruhe…), comprábamos de ellos también moneda alemana.
Bueno, «destruir» es un verbo muy fuerte pero si piensas en el marco de la destrucción creativa continua, sin capacidad de aprender y crear sólo queda la parte de destrucción. Me temo, por desgracia, que vale tanto para quien no quiere como para quien no puede, así de injusto es.
Ojo, ojo, el verbo es fuerte pero estoy de totalmente de acuerdo en ello mirándolo desde la perspectiva de la destrucción creativa.
Sip, también coincidimos, a veces por desgracia el desfazaje entre quien quisiera pero no puede aprender, y la innovación, es tremandamente injusto
Soy super-fan de Code-Academy. Estoy haciendo todos los cursos. Y el motivo esencial es que me ayuda a comprender. Nunca seré un buen «desarrollador», pero cuando abro una página y leo el código, puedo saber lo que está pasando y me puedo entender con un «desarrollador». El método es fantástico porque se centra, como dice Bianka, en el juego: toma lo esencial y te entrena en la adquisición de lenguaje para que puedas «hablar». Además, te entrena en la realidad de escribir código: acudir a foros donde otros han tenido problemas, te enseña a no repetir código si ya está escrito, etc. Es más: no acabo de entender (bueno, claro, sí) como esto ya no es un método oficial para todas las escuelas. ¿Imaginamos entrenar estadística igual?
Yo me lo imagino perfectamente 🙂 Las escuelas y las unis menos porque rompe esquemas institucionales. Estas cosas es más fácil hacerlas desde una empresa en base a reglas de la economía digital.
El método me gusta. Muy vida real, dirían los de 37signals. Y juego en el sentido en que, tal como cuenta el autor de Ocho Quilates, Paco Suárez aprendió en qué consistía eso de jugar.
Por cierto, aparte de Codecademy, hay un CodeAcademy, también una innovación pero otro rollo. Cursos presenciales de tres meses intensivos en un taller de programación de Chicago, muy muy enfocados a aprender rápido cosas que luego, también rápido, te permiten encontrar trabajo. En España, lo más parecido que he visto es el U-TAD, del Grupo Zed.
Resulta que en Ocho Quilates sale como pionero un ex-compañero mio de trabajo y estupendo amigo. Una puñetera buena persona y un desarrollador de la leche.
Lo de Chicago… me pone mucho sólo pensarlo: ¿enlace?
Son éstos. Cuando los vi pensé que serían una evolución de los otros, pero no.
Mmm, todavía no he terminado el libro pero… ¿será alguno de los de Made in Spain?
No. Opera Sofy.
Muy interesantes los de estadística.
Otro curso que puede que te interese el de estadística de Udacity.
Desde que vi Code Academy por primera vez, comprendí todo el cambio de la educación que nos espera/nos debe esperar. Una idea frontal y que conecta con casi todo lo demás en la red pero muchísimo con «mis temas», es el fin de la linealidad: tener que estudiar y aprender en ritmos equivalentes a la jornada laboral industrial, en el mismo orden que todo el mundo, con el mismo programa que todo el mundo y para alcanzar «grados» al mismo tiempo que todo el mundo. Y todos juntos.
La cantidad de cursos y herramientas que se están desarrollando están llevando a hacer posible el sueño que muchas empresas ya trataron en los ochenta cuando surgieron los CD’s interactivos, un segmento que en realidad fracasó. Fracasó porque la expectativa era superior a lo que la tecnología podía hacer en realidad. Y es tener herramientas educativas potentes para terminar con la formación presencial y sus costes. Es interesante ver cómo la lógica de trabajo ya generaba una idea intuitiva que el sistema educativo formal ni siquiera ha llegado a testar realmente.
Ahora la pregunta que me hago es si ya podríamos diseñar itinerarios formativos para empresas basándose en el material de la red suficientemente atractivos para que puedan ser adoptados de forma más o menos regular y consiguiendo algo raro en las empresas: entrenamiento efectivo a costes hiperreducidos.
Sin duda podríamos diseñar itinerarios en base a contenidos que ya hay en la Red. Pero el gran reto, en mi opinión, es otro. Es crear culturas de empresa en que se busca, se pide, se anhela, de forma continua, ese entrenamiento efectivo. Donde existen, no tanto itinerarios diseñados, sino expectativas de que todos se preocupen de entrenar de manera continua, en relación a objetivos que se comparten. Los itinerarios y hasta la creación de materiales aun inexistentes pero que se piden, son una consecuencia de esto.
El problema que yo veo es la alineación de objetivos. Me da la impresión de que esa voluntad de aprender ya existe en la gente (de hecho estamos diseñados para no dejar de aprender nunca), pero eso no implica que los campos de interés de las personas y las empresas coincidan. Muchas veces esas ansias de aprender se vuelcan en hobbies ajenos a la empresa donde trabajas.
EL problema, para mí, es que las viejas estructuras ya no valen. Se diseñaron para otros tiempos, otros objetivos. Y ahora mismo son un lastre.
Creo que has dado en el clavo Fer. A lo largo de buena parte de la historia (de la historia que conocemos) ese alineamiento fue motivado, me atrevería a decir, por el miedo (a la muerte, al hambre, a la soledad, a distintos castigos…). Aun es la motivación más común, creo. Lo que sucede es que otro tipo de alineamiento, uno en base al deseo de construir juntos, en base a ese don de no dejar de aprender nunca, da mejores resultados si lo que se necesita es creatividad e innovación. Pero, requiere de otras estructuras (mentales y organizacionales).
Yo no tengo especial fe en el itinerario porque sí. Me gusta el itinerario que marca code academy porque es bastante enredadera. Puedes ir para atras y para alante, coger este curso, volver a otro, reempezar por otro lado. Hacerlo en paralelo con lo que haces en tu proyecto.
El viaje personal es actitud, pero tiene que ver con los proyectos.
«para alante» Glups!
Totalmente de acuerdo. Un buen blending de (1) proyectos (mercado), (2) personas que aun conservan la capacidad de desear crear juntos (de jugar) y (3) estructuras y tejidos que les permiten conectarse (por ejemplo,materiales tipo codecademy), es lo que hace falta.
Volví al comienzo del post y la importancia de escribir el código para interiorizarlo y comprenderlo mejor. Y me acordé de unos comentarios de Umberto Eco sobre la importancia de escribir en cursiva -en lugar de imprenta- y sobre todo la urgencia por ‘rescatarla’ ante el avasallamiento que implica tipear en una computadora para tal caligrafía.
Eco dice que la cursiva permite que el pensamiento fluya con más armonía al momento de escribir, como una forma más plástica y parecida a como los pensamientos se encadenan en la mente. Así, con las líneas de la cursiva uniendo las letras de las palabras se favorecería eso.
El argumento es mucho más largo y en su momento me pareció que algo de razón debería de llevar, pero que también es algo casi imposible pedir que antes de tipear un ‘ensayo’ en la computadora lo escribamos en cursiva. Por un tema de costumbre (sana) y natividad digital, y por un factor tiempo, como Eco y otros reconocen.
Pero lo que encuentro realmente bello de lo que comenta Eco y de este post, es que hay una similitud muy afín entre lo que él plantea por un lado y esto que traes de escribir el código a mano. No?
No encontré esas notas de Eco, pero sí un artículo muy bueno que las recoge y las amplía. Creo que su lectura es muy recomendable, que culmina citando a otra autora, Claire Suddath: «nuestro objetivo es expresar el pensamiento lo más rapido posible. Hemos abandonado la belleza por la velocidad, la artesanía por la eficiencia.»
Vale la pena leerlo.
Quizá tipeando el código a mano estemos haciendo casi reviviendo ese debate entre cursiva e imprenta pero trasladado a este, el mundo digital. Y escribiendo el código a mano, recuperando la belleza.
Code is poetry dicen los que saben…
¡Me ha encantado el artículo!
Tiene mucho que ver con la alfabetización como «saber exponer y condensar» que comento en mi post reciente y la importancia del lenguaje oral para asegurar que el conocimiento se siga construyendo y remezclando por medio de la reflexión. A mí no me tenés que convencer que escribir a mano también marca un ritmo que invita a la reflexión, pero sí te agradezco que me lo recuerdes pues lo practico cada vez menos.