Aparte de una presidencia de la Unión Europea capitaneado por el gobierno húngaro que, después de lo que se podría llamar un mal comienzo, seguramente seguirá volcando a la superficie los signos de la descomposición, 2011 también trae el año europeo del voluntariado.
La Comisaria de Justicia, Derechos Fundamentales y Ciudadanía ha dicho hoy en Budapest que los voluntarios, que a cambio de su trabajo no esperan ni retribución ni reconocimiento, son los héroes verdaderos de Europa. El presidente del estado húngaro ha reforzado el mensaje diciendo que «voluntario es lo que se hace sin interés». Este discurso del voluntario como persona desinteresada y sacrificada (una imagen muy parecida, por cierto, al emprendedor social) se integra en el marco del beneficio económico del trabajo voluntario (según calcula la UE, supone el 5% del PIB y cada euro invertido en promover el voluntariado da un retorno de entre 5 y 8 euros) y en el de un paro juvenil que, cuantificado a nivel de la UE, alcanza el 21%.
Resulta curioso esta negación de la motivación e interés personal que mueve a las personas, también a los llamados voluntarios, a hacer cosas. La invisibilidad de la autonomía personal y comunitaria en un discurso que se supone va de la cohesión social, se comprende sin embargo cuando uno se da cuenta de que los voluntarios, igual que los jóvenes o los pobres, son habitantes de una comunidad imaginada que vive en el estado, instrumentos de lo que es nacionalismo hoy.
El voluntario (y el voluntariado) alimentado por el estado es de natural universalista, es una especie de misionero laico (que es tanto mejor cuanto menos pide a cambio de su entrega) y es incapaz de construir una vida propia, con sus propios problemas y el foco sobre ellos para solucionarlos. Es un perfil aquejado, en cierto modo, por los mismos males que el cooperativismo cuando éste es incapaz de trascendir desde la comunidad imaginada a la real. Y es que es ahí donde parecen confluir todos los problemas.
No lo había pensado pero sí, el voluntario es, junto al cooperante, otro heredero del misionero. Las experiencias y situaciones que el estado ha agrupado bajo la categoría llamada voluntariado son bien diversas, pero una vez creada y llenada con el significado que interesa al estado (ahí sí puede haber interés), esa categoría se convierte en una máquina cuyo producto es, precisamente, que el voluntario se plantee las cosas desde la comunidad imaginada y no la real.
He sido voluntaria alguna vez y lo he hecho de una manera completamente interesada, para adquirir experiencia en alguna actividad o para conocer mejor alguna cosa, y no dudo que es el caso de muchas otras personas. O para hacer contactos profesionales. Luego para no quedar mal hay que decir eso de que sólo vas para ayudar, pero es un intento de entrada en el mercado laboral, como ser becario, pero en peores condiciones todavía.
Me he encontrado con mucha gente que piensa que determinadas actividades deberían ser voluntarias siempre, como si alguien porque sepa de informática y le guste debería ir arreglando el ordenador de cualquiera que se lo pida por mero amor al arte…
Un saludo.
Gracias por contar tu experiencia y punto de vista! Yo también hice cosas que encajarían en lo que se llama voluntariado y que haya tenido mis objetivos (por ejemplo viajar barato), igual que tú, me parece de lo más sano. Seguramente ese discurso sobre el voluntario que no pide nada, que hace las cosas sin interés, que ya había señalado Diego en el caso del cooperante, tenga mucho también del antimercatismo herencia del cristianismo. Porque en realidad no es que se haga sin interés, sólo que ese ha sufrido un proceso de sublimación de lo real a lo imaginado. Si lo piensas ¿quién querría que le echen una mano si es sin interés? Sería triste ¿no? El interés, la pasión por lo que haces, es precisamente lo que hace que merezca la pena, que tenga sentido. Un saludo 🙂
Buena reflexión Bianka. El paro juvenil es un síntoma clarísimo de descomposición y estas políticas de cómo el estado echa gasolina al fuego cuando se enfrenta a ella y cómo sólo sabe enfrentarlo como «encuadramiento», algo muy cercano a la disciplina por cierto…
¿Qué es el paro juvenil? La demostración tangible de que el mercado intervenido ab nauseam no puede integrar ni poner a producir a la fuerza productiva más valiosa: el trabajo cualificado.
¿Qué hace el estado/UE liberalizar el mercado, facilitar que esos jóvenes creen empresas y ganen autonomía personal y comunitaria? No, orientarlos al trabajo gratuito en aquello que ya no puede abastecer (cohesión social), no sin olvidar generar un nuevo gasto público que a su vez pesará en el conjunto de la economía.
Pero desde el punto de vista del estado estamos ante todo ante una oportunidad para «encuadrar», para organizar y movilizar. El parecido con el lenguaje militar no es casual y encaja perfectamente con la «ideología del misionero». No te olvides de que los jesuitas, los inventores de ella, son «soldados de Jesús» organizados en «compañías» al mando de un «general».
La organización masiva del voluntariado de hoy, sin duda sus herederos, son el equivalente a la militarización de una fuerza de trabajo cualificada y por tanto el reconocimiento de la incapacidad del estado y las identidades que genera para ofrecer nada distinto de sacrificios a la población, con tal de mantener el status quo.
Gracias por este análisis sobre un tema que me tenía mosqueada, por intuir que entrañaba hipocresía, desde hace tiempo y que ahora veo que que tiene su porqué en el fenómeno de la descomposición. Hablando de gasto público, el año europeo costará 8 millones, mientras que la versión actual del Programa Juventud, 800 millones. Cuya repartición ya en sí supone un montón de empleos insostenibles.
El voluntariado no sólo implica un componente antimonetario para justificar el trabajo no remunerado, implica -lo digo por experiencia- un componente de flexibilidad y no exigencia que en ocasiones repercute en un mal desempeño del compromiso asumido.
El voluntariado, además, supone un doble filo para el personal laboral. En organizaciones con un alto porcentaje de voluntarios el personal contratado tiene unos salarios muy inferiores a los que le corresponden.
Tengo amigos que trabajan en ONGs y precisamente se quejan de ese aspecto, perseguir que otras personas tengan mejores condiciones de vida cuando la organización para la que trabajan ni siquiera les remunera de forma apropiada.
¡Pero claro, cómo voy a ponerme a exigir si en el fondo este trabajo hay gente que lo haría gratis!
Un paisaje desolador si lo pienso… lo que comentas encaja bastante en lo que dice David sobre la militarización de los «jóvenes» cualificados. Militarización para canalizar la frustración que personas que están en la flor de su vida pero sin autonomía económica seguramente deben sentir. Con el panorama actual, «hacerse voluntario» para muchos significará poder irse de la casa de sus padres y tener algo de autonomía aunque sea imaginada y engañosa.
Hmmm, me parece interesantísimo este debate. Yo trabajo en una ONG que promueve el voluntariado como uno de sus pilares más importantes (voluntariado finalista, como proceso de educación para la ciudadanía, pensamiento crítico y todas esas cosas que yo sí creo que puede aportar el voluntariado), más allá del encuadramiento que menciona David o los presumibles espacios que el propio sistema deja para «la pataleta», porque a veces les sale el tiro por la culata, o al menos a mí me gusta pensar que es así cuando se producen movilizaciones de organizaciones que se basan en voluntariado. No creo que el estado sea quien promueva el trabajo gratuito en lo que no puede promover, simplemente se cubren vacíos (como ha hecho siempre el trabajo comunitario o colectivo, que existe desde mucho antes que el estado).
También he sido voluntario, e incluso cooperante internacional. No acabo de ver esa presumible herencia «misionera» en el voluntariado (que sin duda sí se puede apreciar en los que rodea a la cooperación internacional). Ese voluntariado puede ser de mil maneras, y sería en muchos casos como decir que los movimientos sociales, apoyo a personas más vulnerables o cualquier otro fin (y que dicho sea de paso son más antiguos que «las misiones») son también de herencia misionera. No lo veo.
Por otro lado, xmunch, creo el que alguien en una organización quiera hacer las cosas gratis (al menos desde un punto de vista monetario o de ganancia material), más allá de su motivación de transformación social, egoísmo espiritual o porque le da la gana, no tiene por qué hacer que los trabajadores de esa organización ganen menos (y si lo hace siendo necesarios esos trabajadores es por malas prácticas laborales, que desgraciadamente muchas ONG también practican a pesar de lo que predican). También puede ser que simplemente no sean necesarios. Yo opino en este caso que se dediquen a otra cosa (como yo haré el día en que los voluntarios puedan y quieran aportar a la organización lo que actualmente yo aporto).
Hola Sergio! El post incluye enlaces que, de un modo muy concreto, refrendan que, en este caso, sí es el estado el que promueve el trabajo voluntario. Lo que critico es, precisamente la invisibilidad del carácter comunitario y colectivo de las actividades de este tipo que sólo el estado tiene necesidad de denominar «trabajo voluntario». Ya que, desde mi punto de vista, todo trabajo tendría que ser voluntario es decir, hecho con ganas y por iniciativa propia.
Es cuando no se tiene interés, se tiene… desinterés.
Exacto… de tanto retorcer las cosas lo que se acaba teniendo es eso, una mirada retorcida, llegando a promover el desinterés. Y al estado ese desinterés le viene de perlas ya que facilita la justificación de los intereses de la elite que lo tiene capturado.
Hola
Bueno, antes de nada, decir que fui voluntario y que conozco a fondo el mundillo que se trae. Incluso empecé una tesina sobre el mismo (que algún día acabaré).
Primeramente, el hecho de que se hable de desinterés (lo cual se confirme con un caso aislado que escribió en estos comentarios) me parece una deformación de las palabras. Voluntariado es el que realiza un trabajo no remunerado, (de ahí el uso de la palabra desinteresado, que solo se refiere a eso) lo cual no excluye otras motivaciones como adquirir experiencia, conocer gente, pensar menos en tus cosas o luchar por un mundo más justo. Las motivaciones son personales y juzgarlas puede ser peligroso y dañino (¿que diría un liberal convencido de las motivaciones de la persona que escribió este blog?).
Otras características serían que este trabajo surja de una decisión personal (por lo tanto, no sea presionado por cuestiones como las necesidades económicas) y que sea canalizado por medio de una organización (condición sine qua non). Esta organización, no debe tener animo de lucro y busca cubrir una necesidad no cubierta o un cambio en la sociedad.
Parémonos a pensar en cuantas personas cumplen estos requisitos. Apostaría a que más de uno de los que posteó está en una asociación de forma voluntaria, no recibe contrapartida económica, y esta asociación busca cambiar el mundo de algún modo.
Algunos dirán «No soy voluntario, soy militante». ¿Donde está la diferencia? En el compromiso político. (que no partidista). Político en el sentido de este mismo blog.
¿Y si hubiera una organización que buscara encauzar su voluntariado hacia una militancia?
Llegamos a un punto en el que el voluntariado, como concepto, no es el problema. Si no la carencia de las organizaciones en sus ideas y conocimiento de la realidad.
«Los voluntarios ahorran el XXX del PIB»… Estimaciones fátuas para llenarse la boca. Sin el voluntariado, mucho trabajo no se haría, y no todo sería «socialmente necesario» para el estado como este quisiera (Ex. Poner un puesto de información sobre el Sahara Occidental)
Siento la parrafada. Un saludo.