Interesante reflexión de Robin Hanson sobre por qué las empresas están dispuestas a pagar ingentes cantidades de dinero a grandes firmas de consultoría pese a que los consultores que éstas les envían son recién salidos de la uni, con mucha menos experiencia que cualquiera de las que va a asesorar.
My guess is that most intellectuals underestimate just how dysfunctional most firms are. Firms often have big obvious misallocations of resources, where lots of folks in the firm know about the problems and workable solutions. The main issue is that many highest status folks in the firm resist such changes, as they correctly see that their status will be lowered if they embrace such solutions.
The CEO often understands what needs to be done, but does not have the resources to fight this blocking coalition. But if a prestigious outside consulting firm weighs in, that can turn the status tide. Coalitions can often successfully block a CEO initiative, and yet not resist the further support of a prestigious outside consultant.
To serve this function, management consulting firms need to have the strongest prestige money can buy. They also need to be able to quickly walk around a firm, hear the different arguments, and judge where the weight of reason lies. And they need to be relatively immune to accusations of bias – that their advice follows from interests, affiliations, or commitments.
All three of these functions seem to be achieved at a low cost by hiring good-looking kids from our most prestigious schools. These are the cheapest folks you can buy with our most prestigious affiliations, they are smart enough to judge where reason lies, and they have few prior affiliations to taint them with bias. They can not only “borrow your watch to tell you the time,” but can also cow you into submission in accepting that time.
— Robin Hanson
En mis años en Andersen y Coopers llegábamos exactamente a la misma conclusión, pero mejor. Te contrataban por dos razones a) porque no tienen tiempo para hacer algo y b) porque alguien necesita que lo diga uno de fuera. En los dos casos, el caché y el prestigio es fundamental porque, si sale mal, lo hecho Andersen (o IBM, o Indra..) y no un fulano.
O sea, la consultora lo que cobra es exactamente el precio de la política de «salva tu culo», una de las principales estrategias de supervivencia en organizaciones disfuncionales. La externalización de la responsabilidad, un juego curioso.
Más o menos. Queda una excepción: cuando necesitas a un verdadero experto… pero en esos casos, basta con una persona y algún ayudante. Son gente que escasea y es para cosas muy concretas y muy estratégicas.
Y ahora pon esta reflexión con respecto a la legislación laboral: los incentivos que genera (no, desde luego, a acumular conocimiento) y los sobreprecios que hay que pagar para los consultores extenos cuya mayor diferencia suele ser su compromiso, la exigencia de tener cliente y una mirada diferente a los problemas, no más inteligencia.
De hecho, yo siempre digo que en un proyecto de consultoría siempre aparece alguien dentro de la empresa con la misma solución que tu propones guardada en un cajón.
¿La consultoría es para la empresa lo que el coaching para el ejecutivo y, abandonando el territorio de los cachés prohibitivos, el feedback (si es constructivo y cotidiano) y la interacción a la persona? Quizá esto último es lo que haría posible que esa solución saliera del cajón.