En su libro Creative destruction: How Globalization Is Changing the World’s Cultures, Tyler Cowen describe el nacimiento de las redes identitarias transnacionales de la mano del comercio global, con ejemplos que van desde la música hasta la artesanía.
Otro de los ejemplos que trae es el «ethnic revival», el resurgimiento de culturas pequeñas, como las indígenas o las ligadas a idiomas como el galés, el yiddish o el vasco. Si bien pueden parecerse al nacionalismo, en realidad no se trata de un agarramiento a antiguas identidades todoabarcadoras y ligadas al territorio, ni de sus versiones imaginada como el nacionalismo, sino de lo que Cowen llama «narrow ethoses», identidades capaces de convivir con otras en una misma persona, generando pertenencias múltiples. Son identidades que cubren ámbitos selectos y cuidadosamente elegidos de la vida y para ello se alimentan de antiguas identidades ligadas al territorio, no para volver a ellas sino para transformarlas en algo nuevo, haciendo uso de Internet y las redes distribuidas. Un ejemplo cercano podría ser la transformación del elemento emprendedor de la antigua identidad vasca en la identidad representada por la red transnacional de los Basques, la cual forma parte de la identidad múltiple y diversa de muchas personas dispersas por el mundo, no porque su abuelo era vasco sino porque les aporta valor y lo eligen.
Imposible no darse cuenta de que este paseo por el libro de Cowen y la destrucción creativa de antiguas identidades todoabarcadoras —hoy en día seriamente limitadoras— nos lleva a revisitar, una vez más, los conceptos Caparazón y Esqueleto.
Un post importante, no tira un puente sino que permite entender un continuo bajo una tendencia común: la identidad al modo del «sionismo digital» que nace ya en red.
Sí 😀 Pensándolo así, el libro trae montones de ejemplos de cómo la globalización facilita el nacimiento de este tipo de identidades, cada capítulo termina con el aumento de la diversidad.