«No puede haber innovación mientras las industrias europeas siguen tentadas de mover su producción al extranjero», dice el Ministro de Industria de Francia y añade que «la UE debe frenar la externalización si quiere seguir siendo competitiva». Con su discurso antiglobalista quiere asegurar que todos los productos fabricados en Francia lleven la etiqueta «Made in France», que sería, según él, clave en una política europea de innovación. Suena a otro de esos penaltis que Nat comentaba el otro día.
7 comentarios en «Nacionalismo económico vestido de política de innovación»
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Yo creo que lo de los penalties va más por las subvenciones a lo gordo: la solución fácil para mantener artificialmente viva una industria cuando «no te lo has currado» para que el tejido empresarial nazca y sobreviva por sí mismo (promoviendo condiciones, entorno y dando facilidades a nuevas empresas).
Por otra parte, la creencia de que el sello Fabriquée à la France atraerá de forma inevitable a los clientes como si, evidentemente, todo lo demás no estuviera a la altura es sólo asumible y creíble por, para y desde el chauvinismo francés, que no es más que una forma de nacionalismo como otra cualquiera: encantado de haberse conocido, convencido de que no hay nada mejor en el mundo.
Eso sí, en España instalar aire acondicionado puntúa como innovación, ¿por qué no va a puntuar en Francia poner el sellito de «fabricado en francia»? Cosas más estúpidas se han visto.
Parece que por allí van los tiros; la cosa se presenta como «piedra angular» para prevenir el outsourcing y esto como fundamental para la innovación y las políticas de innovación. De allí a las subvenciones el camino es conocido.
Además, esta línea de acción lleva a que florezcan empresas cuya mayor habilidad acaba siendo precisamente explotar el filón de las subvenciones, que cierran la poca innovación que producen a cal y canto bajo las diferentes formas de propiedad intelectual, y que acaban siendo completamente incompetentes (especialmente fuera del mercado nacional) e ineficientes. No hay como pagar impuestos para que el estado degrade el mercado y genere empresas incompetentes y dependientes… la duda que me queda es: ¿acaba un estado ingresando por los impuestos sobre estas empresas más de lo que gasta subvencionándolas, o sólo gana poder por lo que éstas dependen de él?
Al final, el destino de empresas así se me antoja que es la venta a quien trague la palabrería grandiosa de los que las manejan. Todo lo contrario que el emprendimiento artesano, vaya.
¡Qué buena tu pregunta! Señala otro de esos círculos viciosos tan dañinos y, a menudo, tan difíciles de percibir.
¿Desde cuando el Estado francés no hace nacionalismo en todo lo que toca? Sólo ver la política audiovisual que ha impuesto, es de pánico: canon obligatorio para pagar la televisión estatal cuya misión explícita es promover los valores de la república francesa; el país con mayores mecanismos públicos para financiar una cinematografía «francesa» siempre en nombre de la «identidad» y de la «excepción cultural». Mecanismo propagado al resto de Europa para hacer legítimo lo que es ilegítimo en los principios teóricos de la Unión Europea: no puede haber ayudas de estado a la producción de NADA. Pero la lógica nacional tiene su gran bastión en la legislación del espectro y las redes: hasta la directiva de la televisión SIN fronteras (el nombre es real) estaba hecha para poner fronteras a las emisiones por satélite e impedir que se emitiera sin control del estado. ¿Qué es un número IP sino algo que especifica tu territorio y que sirve para preservar las políticas de derechos del sistema de propiedad intelectual vigente?
Diría que desde la Ilustración que impuso la lógica de árbol, es decir, de las redes descentralizadas, a los modos de ver la realidad y concebir el saber y el poder. Me pillas leyendo El capitalismo que viene 🙂