De joven, ansiaba ir fuera, leyendo a Hemingway, Fitzgerald y todo eso. Y cuando fui, me resultó extremadamente fascinante convertirme en una nueva persona, distanciarme de todo lo que me ataba, notar todo lo que era diferente. Ese «notar la diferencia» era muy importante. Los idiomas, aunque yo no era bueno con ellos, eran muy importantes. Cómo se decían las cosas que eran diferentes, las diferentes expresiones. Apasionante. La primera vez que fui al extranjero tenía veintiuno y empecé a escribir un diario, que sigo haciendo. Lo escribía sobre todo para no volverme loco. Porque había tantas cosas que entraban en mi cabeza. Si lo podía escribir, ya no tenía que preocuparme por ello. De modo que irme fuera fue muy importante también en este sentido.
Así es como recuerda el escritor Richard Stern su primera experiencia en el extranjero, contado por Csikszentmihalyi. Y me recordó tanto la sensación de fascinación y vértigo que tuve cuando yo salí fuera por primera vez, que lo he traducido y puesto aquí.