En el resumen del primer capítulo de El capitalismo que viene Juan Urrutia introduce el postmodernismo como «actitud cultural subyacente al capitalismo que se va conformando» y lo contrapone al modernismo, actitud que caracterizaría el capitalismo industrial.
En el mundo moderno la figura simbólica del saber y del poder es el árbol; en el postmoderno ese saber y ese poder toman la forma del rizoma o de la enredadera con múltiples formas de autoridad intelectual y de poder político.
Si los saberes del árbol son las ciencias sociales consolidadas a lo largo del siglo XIX – estadística, economía, sociología, historia, criminología, psicología -, ¿cuáles son los saberes de la enredadera?
Si el poder del árbol se materializa en el estado y un sistema económico basado en monopolios y oligarquías, ¿qué formas toma el poder en la enredadera?
Para alcanzar respuestas que sean realmente las de la enredadera, ya no sirve la mirada universalista del mundo moderno (que subyace al nacionalismo económico, la lucha de clases, el antimercatismo, entre otros). Es necesario otra mirada que se centre en construir desde lo concreto.
Esto es interesante… el saber social en el viejo mundo se pretende desubjetivado, «científico» al modo del «socialismo científico» marxiano o el «funcionalismo» de Durkheim y con ello busca la asimilación en cada uno de la mirada totalizadora del estado que piensa desde donde se situaba hasta la Ilustración a la divinidad. Pero un saber social siempre es subjetivo. Se piensa desde un quién y para un quién. Por eso al elevarse, o pretender elevarse a representación de la totalidad no puede ser sino totalitario.
En el mundo enredadera, por un lado aumentan las subjetividades, el número de sujetos que se pretenden tal, por otro hay una vuelta a la comunidad real. El saber se subjetiva, vuelve a la materialidad de la ordenación concreta, al tacto de las tecnologías del hacer, abandona la biopolítica -el control estadístico del otro imaginado- y se somete a la necesidad concreta de personas concretas.
Y precisamente por eso, mientras las tecnología se individualiza cada vez más, revelando y a la vez poniendo difícil al poder su sueño último de control, los saberes sociales ponen el acento sobre la comunidad, porque al restaurar la potencia del individuo este no puede sino descubrirse persona. El sentido no está en uno mismo sino en la relación con otros…
En fin… divago, lo siento, pero sí, un post muy inspirador 🙂
Genial que traigas estos ejemplos de saberes científicos.
Tan desubjetivados son esos saberes sociales que muchas veces oigo a personas excusarse al hablar de que «sólo expresan su opinión personal». Como si lo normal sería que hablasen en nombre de Dios o de la ciencia. Y, de cierto modo, casi lo parece considerando lo extendido del uso de la tercera persona impersonal (se dice, se hace) y de frases donde el sujeto es «la gente».
No se da por hecho que cada cual habla como persona, ni más, ni menos. Hace falta, qué cierto, descubrirse persona.