(…) the most common emotion aroused by using Facebook is envy. Endlessly comparing themselves with peers who have doctored their photographs, amplified their achievements and plagiarised their bons mots can leave Facebook’s users more than a little green-eyed. Real-life encounters, by contrast, are more WYSIWYG (what you see is what you get).
Estas son las conclusiones de un estudio que comentan en The Economist (vía Jose Alcántara) y cuya conclusión es que «cuanto más usas Facebook, menos feliz te sientes con tu vida».
Hace poco leí Influence, de Robert B. Cialdini. En este libro el autor comenta 6 mecanismos de persuasión basados en reacciones automáticas de las personas que funcionan porque evolutivamente han sido útiles pero que, por supuesto, también pueden ser manipulados por influenciadores profesionales. En el capítulo introductorio, para ilustrar la naturaleza de los mecanismos, trae como ejemplo el principio de contraste. El principio de contraste se refiere a que la percepción depende fuertemente del contexto.
In fact, studies done on the contrast principle at Arizona State and Montana State universities suggest that we may be less satisfied with the physical attractiveness of our own lovers because of the way the popular media bombard us with examples of unrealistically attractive models. In one study college students rated a picture of an average-looking member of the opposite sex as less attractive if they had first looked through the ads in some popular magazines. In another study, male college-dormitory residents rated the photo of a potential blind date. Those who did so while watching an episode of the Charlie’s Angels TV series viewed the blind date as a less attractive woman than those who rated her while watching a different show. Apparently it was the uncommon beauty of the Angels female stars that made the blind date seem less attractive.
De forma que se sabe al menos desde Los Ángeles de Charlie –aunque probablemente desde mucho antes– que exponerse a contextos permanentemente felices en la superficie, en el fondo nos hace menos felices. Y es lo que está pasando también en Facebook.
Muy interesante, Bianka. Estaba al tanto de la investigación sobre Facebook, pero aquí la has hilvanado muy bien con otros estudios. Yo también intuyo que es cierto eso que dices al final: «exponerse a contextos permanentemente felices en la superficie, en el fondo nos hace menos felices». De todos modos, la solución no está en evitar exponerse, sino en dudar/cuestionarse la «perfección» de lo expuesto.
Cuestionar es importante… pero creo que es igual de importante dirigir la propia atención de forma consciente, al modo de burbuja propia. No se puede estar el 100% del tiempo cuestionando, es agotador, no estamos hechos para eso, de ahí que funcionen este tipo de mecanismos. Creo que es más pragmático elegir bien a qué nos exponemos –una decisión puntual– y luego ya permitir relajarnos la mayor parte del tiempo y cuestionar-revisar una porción pequeña del tiempo.
Gracias por tu comentario!
Es cierto que es agotador estar el 100% del tiempo cuestionando, y que saber construir un referente personal (esa burbuja) es un buen paso.
Pero también creo que cerrar los ojos no hará que el dinosaurio desaparezca, y Amalio no va descaminado cuando propone reflexionar sobre cómo de peligroso es el dinosaurio 😀
Podemos dejar de usar Facebook y ¿entonces esa top-notch reality no pasaría a estar encuadrada en Twitter y esos fabulosos twitteros que viven de tuitear y tomar cócteles en eventos patrocinados por alguna empresa mientras tú estás como las hormiguitas trazando estrategias y construyendo informes?
No sé… creo que es útil poner en perspectiva lo que vemos a nuestro alrededor, aunque sin duda también sea útil escoger a qué prestamos atención.
Bianka, comprendo el espiritu de crearse una “burbuja propia” y su efecto positivo en la atención. De todos modos, la metáfora de la “burbuja” puede ser desafortunada por su nula permeabilidad.
Para mí no es más pragmático poner cortafuegos y evitar la exposición de un modo drástico, sino mejorar los filtros para extraer lo mejor de esos espacios. Es cierto que hay sitios donde el balance entre lo que uno gana y lo que pierde está tan escorado a lo segundo, que es obvio que uno debe irse de allí (bueno, digo “obvio” pero para mucha gente no lo es, y pierde su tiempo por pura inercia o porque le dicen que deber-estar-allí). Pero hay canales y medios donde el juicio, para mí, no es tan binario, porque me aportan y me quitan. Eso significa que si cierro el chiringuito allí, también me pierdo cosas interesantes y de valor. Por eso no me parece tan “pragmático” irme cerrando a espacios de exposición, a menos que el balance sea claramente deficitario.
Por otra parte, no estamos el 100% del tiempo cuestionando. Lo que yo suelo hacer es crearme (casi de forma inconsciente, no es tan racional) unos “signals” o señales que activan mi alerta para poner a trabajar mis filtros a la hora de consumir información. Leo mucho material con las defensas bajas, relajado, pero activo mis alertas cuando hace falta. Por ejemplo, hay “muestras de felicidad” en FBK o Twitter que son pura mierda de marketing, y uno con los años aprende a reconocerlas. Si me aparecen en el TL, ya sé que no pueden afectar mi gestión de expectativas.
Estoy con José y su metáfora de que “cerrar los ojos no hará que el dinosaurio desaparezca” porque en realidad dosis-de-dinosaurio tenemos en todos los sitios (es casi un pulpo).
Pensemos en Twitter, un canal que tiene de todo, y que puede producir el mismo efecto del estudio que tú reseñas de FBK (aunque es cierto que es más selectivo, y por eso me gusta mucho más). Estar en Twitter afecta a mi atención, lo sé, y puede distorsionar mi modo de ver la realidad. También sé que a veces me expongo allí más de lo que me gustaría, pero sigo porque me aporta otras ventajas. No me conviene dejar fuera de mi “burbuja” a Twitter, así que me parece mucho más efectivo cultivar mi visión crítica y mejorar mis filtros dentro de él. Y creo que es posible incluso con Facebook y otras #rrss.
Estoy de acuerdo con el comentario que te hacían en tu post de la burbuja, cuando se referían a que te podías perder esas “cosas útiles (que se pueden aprender)”. Pero en fin, cada uno debe jugar con su propia balanza.
Un saludo a los dos…
Estoy de acuerdo con que son dos estrategias, la de la burbuja propia y la del pensamiento crítico, que son más potentes juntas. Para mí la creación de filtros propios es lo mismo que burbuja propia porque no asocio con «burbuja» características como impermeabilidad o rechazo a prestar atención a cosas que no me gustan. Si estas son las asociaciones, entiendo que no os sintáis identificados. Filtros, pues 🙂
Gracias por comentar!