Erasmo sólo puede defenderse a la manera de esos animalitos que, al estar en peligro, se fingen muertos o cambian de color; pero, lo que prefiere, en caso de tumulto, es retirarse a su concha de caracol, a su cuarto de trabajo: sólo detrás del muro de sus libros se siente íntimamente seguro.
Dada la tecnología puntera de su época, quizá sería más apropiado inventar una palabra y llamarle liborg. Y como tal, defenderse no se le dio nada mal, he de decir, tras leer su biografía desde la mirada de Zweig.
¡Magnífica la recomendación para inventar palabras! Con lo que me gusta 🙂
Yo fui liborg durante muchos años… y cada vez sueño más con volver a serlo. Y los sueños son muy poderosos, ¿verdad?
Lo que está pasando con los libros, con la ampliación de las fases pre y post, invita desde luego a ser ciborg y liborg al mismo tiempo.