Internet es lo que Aristóteles llamaba intelecto agente (nous poietikós), y está al alcance de un simple click en el ratón, pero de buenas a primeras ese tesoro no reanima la vocación de saber ni en los viejos –a quienes coge muchas veces tarde- ni en los jóvenes, que fascinados por la revolución en el manejo y traslado de paquetes audiovisuales lo reciben con algo parecido al aturdimiento. Como el destino de todo lo inmediato es ir siendo abolido, ese depósito infinito de información que nadie puede decapitar bien podría compararse al descubrimiento de la rueda, e incluso a la conquista del fuego. No hemos descubierto ningún punto de apoyo comparable para que el ser humano vaya confiando cada vez más en la inteligencia verificable, y cada vez menos en el porque me da la gana.
Antonio Escohotado entrevistado por Alfonso Armata al hilo de su reciente libro, Los enemigos del comercio. Enlace a «intelecto agente» añadido por mí.