Acabo de terminar de leer el ensayo de Josu Ugarte, Presidente de Mondragón Internacional, publicado en la Colección Biblioteca de las Indias. La pregunta del título, Cómo salir de la crisis, está hecha desde el punto de vista de la PyME industrial y la respuesta del autor a ella es: transnacionalización. O, en otras palabras, globalización de los pequeños.
El ensayo no sólo inmuniza contra miedos antiglobalistas de dumping social, sino trae argumentos convincentes de que organizar la PyME de modo transnacional, es decir globalizarla, es, en ciertos sectores, lo único que va a permitir mantener y crear empleo en el entorno local. Si quieres tener empleo aquí, has de llevártelo allá.
Para entender el razonamiento de Josu Ugarte, es esencial percatarse de la diferencia que hace entre internacionalización y transnacionalización y ser consciente de su importancia. La empresa que se internacionaliza concibe su sitio en el mundo como el centro, desde el cual exporta o hace, aparte de venta doméstica, venta internacional. La empresa que se ve como transnacional, sabe que ya no hay centro. Esta es la mirada desde la que el autor afirma que «hablar hoy en día de internacionalización es obsoleto». En el párrafo que cierra el libro lo explica con mucha claridad:
Estamos viviendo un cambio de paradigma. No estamos ya en una crisis competitiva que se pueda superar simplemente exportando más. Hemos de iniciar otro camino: instalarnos en los mismos lugares desde los que hoy nos llega una competencia cada vez más potente. Hemos de aprender a considerar aquellos mercados como nuestros con la misma naturalidad y conocimiento con las que hoy hablamos de nuestros clientes tradicionales. Hemos de entender a los trabajadores como parte de un único equipo transnacional. La paradoja es que sólo así volveremos a poder crear empleo en nuestro entorno actual. El riesgo, que no podamos llegar a tiempo. La promesa: liderar una plataforma industrial global que nos permita crecer sin perder bienestar, acompañando el desarrollo de los recién llegados al mercado mundial.
Acompañar el desarrollo de los recién llegados al mercado mundial… no dominar sino habitar el mundo, tratar a los colaboradores como iguales, movernos por nuevos lugares como si fueran nuestra casa. Y para ello, tener casa allí donde producimos y vendemos.
Aparte de su firme apuesta por ese cambio de paradigma -firmeza imprescindible puesto, como dice, la mayoría no es consciente del «tremendo impacto que va a tener la globalización en nuestras vidas a muy corto plazo»-, el libro me tiene seducida porque Josu Ugarte cuenta su propia experiencia en el mercado mundial en términos concretos y ofrece propuestas no menos concretas para ponernos a trabajar.