A estas alturas del itinerario, qué bien viene el post de la Bitácora de las Indias sobre globalización y descomposición. Sienta bien recordar que la globalización es la integración de mercados en un escenario mundial y, de paso, acordarme de un buen maestro que ya intentó enseñarme lo mismo durante mi paso por la enseñanza superior.
Tener presente las tres libertades de movimiento (de personas, mercancías y capitales) necesarias para la globalización aporta una base de mirada firme. Llamarlas «libertades» deja claro que el mercado no es «malo» – salvo que se considere «mala» la libertad, claro – sino que el mercado nos hace libres.
Los movimientos antiglobalistas, altermundistas, decrecionistas y de comercio justo me resultaban confusas desde siempre con sus contradicciones paternalistas (proteccionismo junto a ayuda al desarrollo) y su afán de convertirse en los protectores de la «madre» naturaleza, ambas motivadas por un profundo miedo a ¿qué exactamente? ¿Quizá a… vivir? Me uno al comentarista de la Bitácora de las Indias que dijo que el consumismo (y la globalización, añadiría yo) «sólo es un problema para los que no tienen una pasión en la vida».
Fijar todos estos movimientos e ideologías como parte de la descomposición y ésta como la consecuencia de la resistencia ante el cambio me parece de lo más coherente. Lo comentamos con José uno de estos días: estos grupos, si pudieran, montarían otro estado con la misma estructura descentralizada acompañada de los monopolios y redes clientelares propios del capitalismo de amigotes. Aunque no sea parte del itinerario, el siguiente libro que querré prestar de la Biblioteca de las Indias es El capitalismo que viene.
Para terminar, me vino genial encontrarme con el concepto del tecnoimperialismo. Explica y nombra acertadamente a todos aquellos fenómenos de la globalización – partes también de la descomposición – ligados al mantenimiento del poder de las grandes empresas y los estados, como la regulación internacional de la propiedad intelectual y las patentes, frente a la globalización de los pequeños.
>> estos grupos, si pudieran, montarían otro estado con la misma estructura descentralizada acompañada de los monopolios y redes clientelares propios del capitalismo de amigotes.
Un matiz: eso sería así en tanto ninguno de ellos consiguiera imponerse efectivamente a los demás. Son incompatibles y de naturaleza totalitaria, centralizadora: todo bajo control de esa camarilla que ostenta el poder. La descentralización surgiría sólo de la coexistencia (más o menos pacífica, más o menos belicosa) de varios de estos grupos que no llegasen a ser aplastados por los otros.
Gracias por el matiz, estamos de acuerdo; los grupos que se resisten ante la globalización real son universalistas, piensan en sujetos abstractos en lugar de crear y transformar desde lo concreto.
El actual desarrollo de las fuerzas productivas muestra la necesidad de cambiar sistema de distribución de las riquezas del planeta, apelar por un sistema en el que la «libertad de mercado» exista teniendo en cuenta el actual desarrollo del capitalismo imperialista en el que los sueños de pequeña burguesía por mantener su maldita pequeña propiedad parece disolverse en los recuerdos, es lo mas inconsecuente que se puede plantear. Al analizar estos fenómenos en los que la producción es cada vez mas automatizada,procesos en los que la intervención del hombre en la cadena de la producción es cada vez mas innecesaria ,nos exige en la actualidad el revelarnos y aniquilar el sistema de mercado tan innecesario ahora como lo fue el trueque en el amanecer del capitalismo , para dar paso a una estructura productiva auto-suficiente como resultado de la acumulación del conocimiento y el dominio de la técnica que el trabajo que las masas han realizado desde el comienzo de la humanidad y que ahora solo tenemos que cristalizar en la infraestructura de la nueva era.
Juan David, te contesto con una cita del Prólogo de El capitalismo que viene, de Michele Boldrin.
Esto considerando que capitalismo consiste en propiedad privada + libertad (de empresa, de elección del consumidor y de crear mercados) y no debe confundirse con el capitalismo clientelar, proteccionista, de monopolios y subvenciones.
El libro, por cierto, está disponible aquí y forma parte, sin duda, del conocimiento acumulado que mencionas.
El imperialismo no es una deformación del capitalismo,no es algo que se genere por la mera casualidad, creo que que cometes un error al ver al imperialismo de esa forma ya que la única ley “absoluta” que posee el capitalismo es la tendencia hacia la concentración y lógicamente monopolización(algo inherente al capital) de todos los mercados. Ahora bien en este escenario no hay cabida para lo que dices : propiedad privada + libertad (de empresa, de elección del consumidor y de crear mercados) ya que gran parte de la población no puede participar en ellos por no tener nada que vender ni siquiera su trabajo(retomando lo que dije sobre la intervención del hombre el el sistema productivo actual y mas exactamente del futuro que se esta perfilando), y tampoco recursos para poder comprar por lo tanto el regulador económico general, lo constituye el monopolio que inexorablemente rompe la cadena que lo mantiene vivo(retribuir, en función del tiempo de trabajo , solo lo necesario para sobrevivir, es decir, para reproducir la fuerza de trabajo necesaria en el futuro y a la vez con esta retribución dar a las personas la facultad de adquirir en el mercado las mercancías producidas).
No puedo sino repetir lo ya dicho: el capitalismo que describes, si bien muy extendida, no es el único que hay. Antes de seguir comentando ¡te invito a leer el libro que enlazo! 🙂
La tecnología es malísísísísiiiiima, pero yo tengo una computadora y un router, conectados a Internet desde el que teclear, y contarle al mundo, que la tecnología es malísísísíiiiima. Coherente, sí.
Y sobre todo lo demás, me abstengo, que ya te contestaron : )