Hoy temprano he terminado Neuromante, la primera novela ciberpunk (las de hasta ahora eran relatos) que he leído. Casi podría decir la primera novela de ciencia ficción que he leído aparte de Soy leyenda de Richard Matheson y la primera de la serie Dune de Frank Herbert.
Y me ha costado. Me ha costado porque echaba de menos una buena pedia sobre ella y porque lo leí en inglés, que supone más disfrute pero también más esfuerzo.
Ha sido, además, uno de los primeros textos distópicos sobre la tecnología que he leído. Pero es que eso de que tener un único juego en la ciudad no puede acabar bien, no lo tenía del todo claro hasta hace poco.
Se me han juntado muchos «primera vez» aquí – por eso costó.
Como ya le ocurrió a Manuel, he vuelto a reconocerme ciborg gracias a que, como bien comenta Iván, Gibson no deja de mostrar la humanidad que hay detrás de estas criaturas. El simstim, por ejemplo, me tiene captivada. Me encanta la reflexión de Molly acerca de este cacharrito con el que Case puede percibir desde la distancia todo lo que ella percibe a través de sus sentidos (aumentados, cabría añadir).
I like it, you know? Like I’ve always talked to myself, in my head, when I’ve been in tight spots. Pretend I got some friend, somebody I can trust, and I’ll tell ‘em what I really think, what I feel like and then I’ll pretend they are telling me what they think about that, and I’ll just go along that way. Having you is kinda like that.
Me encanta, claro, porque yo también hablo conmigo misma. Pero puesta a preferir, prefiero la deliberación.
Al tratar de explicar qué y cómo son las inteligencias artificiales que manejan los hilos, Gibson se acerca a lo que Hakim Bey, más tarde, denominaría, Zonas Temporalmente Autónomas o bien saca su lado ¿situacionista?
I try to plan, in your sense of the word, but that isn’t my basic mode, really. I improvise. It’s my greatest talent. I prefer situations to plans, you see… Really, I’ve had to deal with givens.
Con el grandioso plan de la creación de inteligencias artificiales entra en la historia el eterno deseo de un único Dios que se haga responsable, en última instancia, de todo. Es momento de recordar los peligros de la mirada universalista (y a madame Blavatsky).
She was quite a visionary. She imagined us in a symbiotic relationship with the AIs, our corporate decisions made for us. Our conscious decisions, I should say. Tessier Ashpool would be immortal, a hive, each of us units of a larger entity. Fascinating.
Tampoco faltan nuevos – y oscuros – destellos de Barabási, especialmente de su nuevo libro Bursts.
I saw her death coming. In the patterns you sometimes imagined you could detect in the dance of the street. These patterns are real. I am complex enough, in my narrow ways, to read those patterns.
Aparte del Flatline, los que más humor aportan a la narración son los rastas de la colonia espacial de Zion, una atractiva metáfora de comunidad con economía autónoma.
Me gusta mucho la solución antiespiritual que Gibson da al porqué, al objetivo de las inteligencias artificiales. Por eso, me permito terminar el post con uno de sus geniales diálogos:
«I’m the matrix, Case.»
«Where’s that get you?»
«Nowhere, everywhere. I’m the sum total of the works, the whole show.»
«That what 3Jane’s mother wanted?»
«No. She couldn’t imagine what I’d be like.»
«So what’s the score? How are things different? You running the world now? You God?»
«Things aren’t different. Things are things.»
«But what do you do? You just there?»
«I talk to my own kind.»
«But you’re the whole thing. Talk to yourself?»
«There’s others, I found one already.»
«From where?»
«Centauri system.»
«Oh, yeah? No shit?»
«No shit.»
The Zion me encanta el I&I como parodia de las relaciones en la comunidad real. Hablo por mi, pero pienso por el otro que es un igual. Luego hablo de mi… y de mi? Yo y yo, nosotros en su sentido más estricto.
Está genial esta solución de decir nosotros y, en efecto, corresponde – no había caído en ello – con el nosotros en la comunidad real.