Molécula enzimática flotando en una corriente sanguínea

Algo andaba suelto en los ochenta del siglo pasado que me parece una ayuda tremenda para comprender las cosas que vemos en el mundo ahora: el ciberpunk. Estos últimos días me he sumergido en él a través de Mirrorshades, la antología ciberpunk que editó Bruce Sterling.

Castells enseña que el nuevo paradigma tecnológico del mundo es el informacionalismo y la nueva estructura social, la sociedad red. El ciberpunk muestra algunas de las consecuencias de esto en carne y hueso y, para mayor precisión, también en forma de neuronas y moléculas enzimáticas. Cosas concretas. Es por lo que me resulta atractivo.

De Castells se aprende que las tecnologías de la comunicación incrementan la capacidad de las redes para introducir nuevos actores y nuevos contenidos en el proceso de organización social. Los relatos ciberpunk ofrecen una muestra de quiénes son estos actores y en qué consisten estos contenidos.

Los actores son los estados y las corporaciones y los contenidos consisten en productos. El poder, la riqueza y los significados que se pueden obtener de la información y el conocimiento, son de ellos. Sí, se trata de redes potenciadas por las tecnologías de la comunicación basadas en la microelectrónica, pero en cuanto a su topología, son centralizados o descentralizados, no distribuidos.

Una de las metáforas que aparece en varios de los relatos, potente porque emplea el cuerpo humano, es la de las drogas como nuevos programas. La cuestión es quién tiene la capacidad de programar cuerpos y sistemas sociales.

«Su mente ahora corría, y sentía cómo había saltado al modo-lenguaje del azul jefe.»

La cita es de Zona libre de John Shirley con el cual he disfrutado mucho también por cómo presenta la escena pop, con sus tribus de minimonos, caoticistas, rockeros y tecnitas, de una isla artificial hipertecnológica originalmente de prospección petrolífera y convertida en zona de entretenimiento y placer para ricos. Adelanta, además, el conflicto entre los músicos y la industria discográfica en la sociedad red:

«Tenemos fans pero no podemos conseguir la distribución para llegar a ellos.»

Y dibuja una escena escalofriante con la autoridad empleando la última tecnología con principios «de calidad».

«Los dos animales arrastraron al tío menudo por el tobillo hasta un quiosco de forma oblonga, y lo metieron en una cápsula. La sellaron, garabatearon un informe que pegaron al marco del plástico duro de la cápsula. Luego metieron la cápsula del hombre en el tubo succionador del quiosco. La cápsula fue succionada hacia abajo, de acuerdo al principio del correo por tubo, hasta la cárcel de Zona Libre.»

Para terminar, también hay voces en el ciberpunk, pocas y débiles pero qué bonitas, que hablan de evolución artificial o de la oportunidad de convertirse en arquitectos de un universo nuevo, como ésta en Petra de Greg Bear:

«¿Te enseñé algo de las reglas de la arquitectura, quiero decir, de la estética? ¿La necesidad de la armonía, de la interacción, de la utilidad, de la belleza? —Un poco —dije.

—Bien. No creo que construir un universo nuevo requiera mejores reglas.»

Qué cierta la cita que David rescata de Pat Cadigan: que «la ciencia ficción nunca habló del futuro sino del presente».

8 comentarios en «Molécula enzimática flotando en una corriente sanguínea»

  1. : )))))

    Es cierto que la ciencia ficción, como la fantasía, nos muestran el presente y no el futuro: nos muestran nuestro mundo desde otro ángulo, a veces obviado. Creo que lo principal de estos relatos es alcanzar la idea de que muchas más cosas, que aún nadie habrá hecho antes, son posibles en el mundo que nos toca (y nos tocará) vivir. Justo lo que rescatas al final con esa cita de Greg Bear.

    Y a mí me encantó Rock On, de Pat Cadigan 🙂

    1. Muy bien dicho, «obviado» en el sentido de «rehuido por inconveniente» (lo acabo de consultar en el diccionario :-)). De hecho, Rock on empieza así:

      Estaba sentada en una trampa y haciéndola cada vez más profunda. La historia de mi vida.

      🙂

  2. Y fíjate que los relatos que has leído fueron escritos 10 años antes que el primer texto de Castells que avanza algo sobre redes e información (que era en realidad sobre urbanismo).

    Un día merece la pena reflexionar sobre él: venía de la Academia y del Comité Federal del PSOE, su paso por París primero y California luego le dieron la oportunidad de una gran relevancia a su discurso, que aprovechó para decir cosas que era importante decir en la segunda mitad de los noventa (aunque sin mojarse demasiado)… y luego la UOC y en sus textos simplemente reiteración, algún plagio inconfesado, algún tópico reiterado… y nada…

    Se me ocurre que a lo mejor es que desde ahí, desde las viejas instituciones europeas, tampoco se podía más.

    1. Qué buena observación la de los 10 años. No me había percatado…

      Teniendo la perspectiva de los ochenta y considerando de cuándo son los grafos de Baran, resulta llamativa la falta de referencia a las topologías de red en Castells. Seguramente sea debido a esta falta que diga que «para alterar los resultados de la red, es preciso instalar en ella un nuevo programa desde fuera de la propia red«.

  3. Me pregunto si es debido a que los autores de la época no se esperaban la aparición de una red distribuida como Internet, que sus ficciones resulten de exagerar los rasgos de la sociedad descentralizada. Supongo que debe de ser así, porque en ficciones más recientes como La era del diamante (y casi, casi en Islas en la Red), la presencia de redes distribuidas tiene mucho peso en la historia y hace que tengan críticas sociales pero que muy distintas a las primeras.

    Ahora repaso mi «inocente» colección de películas de ciencia ficción y en todas veo críticas potentes a la sociedad del momento. Como dice Sterling en el prefacio de Burning Chrome: Si los poetas son los legisladores no reconocidos del mundo, los escritores de ciencia ficción son sus bufones de corte. […] Podemos jugar con Grandes Ideas porque el extravagante colorido de nuestros orígenes de revista barata nos hacen parecer inofensivos. ¡Benditos escritores de ciencia ficción! 🙂

    1. Buen punto Iván, es verdad que en aquella época había sólo unas centenares de máquinas conectadas. Me fijaré en lo que comentas cuando lea La era del diamante e Islas en la Red. Pero antes, me iré a Ciberia 🙂

      Me encanta la cita que traes de Sterling!

  4. Es curioso lo de las topologías. Baran mismo no hizo una lectura más que técnica. La verdad es que fuimos los primeros en relacionar las topologías con la historia de los medios y la estructura del poder… y aún así nos costó tiempo, la verdad, es de los últimos aportes del ciberpunk, de hecho lo publicamos por primera vez en la bitácora de las Indias.

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