Coursera y la evaluación por pares

Parece que la evaluación por pares en los cursos de Coursera, uno de los fundamentos de su pedagogía, deja mucho que desear. Al leer sobre los problemas concretos que han surgido hasta ahora, he pensado lo mucho que podrían aprender de Stack Exchange y su sistema de reputación para aumentar el valor de las respuestas y los comentarios. Eso sí, probablemente haría falta renunciar a la plataforma cerrada (y al anonimato, me temo) pues los cursos, como duran sólo unos meses, no ofrecen un marco de tiempo suficiente para articular un sistema de reputación propio.

Enlaces de la semana – 4

Patentes al desnudo

Resumo lo más interesante de mis lecturas de la semana (casi todas) por cuarta semana consecutiva, esta vez acompañada de otra tira que desnuda la propiedad intelectual.

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Traducir entre 6 millones de lenguas

c3po y Jabba

En posts anteriores sobre trabajo mecánico y trabajo creativo, hablábamos de que muchas tareas mecánicas de profesiones como abogado o radiólogo serán sustituidas por máquinas. Ahora los economistas de Race Against the Machine hablan de la automatización de la traducción. ¿Cómo no acordarse de C3PO que traducía entre 6 millones de lenguas? Yo querría tener un droid así. Porque, además, parece que las máquinas más inteligentes implican más trabajo, y no menos, para humanos, con tareas más inteligentes, en todos los sentidos.

Enlaces de la semana – 3

La edición de esta tercera entrega de la recopilación de mis lecturas de la semana me ha llevado menos tiempo que las anteriores. El motivo está en el primer punto.

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Los límites del conductismo

Las capas debajo de la conducta

En la última presentación de Niels Pflaeging sobre «qué hacer para que el trabajo vuelva a funcionar» encontré esta gráfica, de Jurgen Appelo. Muestra, a modo de capas de cebolla, lo que hay debajo del comportamiento. La naturaleza proporciona el core y es la parte más estable — es la responsable que todos los días comamos y durmamos, por ejemplo. Los motivos son características bastante estables a lo largo del tiempo, aunque me cuesta distinguirlos de las preferencias, que son lo que encontramos en muchos tests de personalidad, y que parece que cambian con más facilidad que los motivos en función del entorno, los retos y los objetivos personales. Motivos y preferencias influyen en el interés en desarrollar competencias. Los tres juntos moldean el comportamiento.

La gráfica está genial porque muestra que el comportamiento es el resultado de un movimiento de dentro hacia fuera. Para yoguis: desde los huesos a la piel. La «causa del movimiento», el motivo, está en las capas interiores.

Pero lo observable es el comportamiento. Con detenimiento se pueden describir las competencias y hasta las preferencias de las personas pero lo cierto es que, sin reflexión y atención consciente, ni siguiera somos conscientes de nuestras propias preferencias, por no hablar de las causas verdaderas de nuestras decisiones. Las de otra persona a menudo son un misterio. Sin embargo, sin llegar a las capas interiores, sin reflexionar, es imposible lograr cambios más allá de los superficiales. Cambios necesarios para aprender, innovar o alinear objetivos (¿se han fijado lo poco que se distingue la palabra «alinear» de «alienar»?).

El conductismo es muy popular en los ámbitos del marketing, la educación, el desarrollo profesional y la organización del trabajo porque se centra en lo fácilmente observable — el comportamiento. Y conforme se hace posible una observación aun más precisa del mismo —midiendo clics, interacciones, descargas, registros, tiempos, horas de conexión— se hará aun más popular debido al sesgo de disponibilidad. Y en muchos casos servirá bien a los fines. Pero ojo con sacar conclusiones sobre causas y motivos o pretender influir en ellos tan sólo en base a observar el comportamiento, pues el movimiento es, como hemos visto, de dentro hacia fuera.

Números alrededor del contenedor

Contenedor

En persona sólo vi el de Oporto. En pantalla, el de Baltimore en The Wire. Un «liviano éxtasis incomprensible» me parece una buena descripción de lo que uno siente ante un puerto de contenedores. Pero también impresiona, aunque más por medio de la razón que del instinto, conocer los números que hay detrás de la innovación que supuso el transporte de mercancías en base a contenedores. De suponer un 25% del coste de la mercancía que se vendía fuera del mercado local, ahora es un gasto casi ni a tener en cuenta.

Pero mejor que hablen los números, extraídos de una reseña en Ribbonfarm del libro de Marc Levinson que cuenta la historia de la caja.

Viaje de 1954 del S. S. Warrior, un buque de carga tipo C-2. La carga: 74.903 maletas, 71.726 cartones, 24.0336 bolsas, 10.671 cajas, 2.880 bultos, 2.877 paquetes, 2.634 piezas, 1.538 bidones, 888 cubos, 815 barriles, 53 vehículos con rueda, 21 cajones, 10 transportadores, 5 carretes y 1.525 “indefinidos”. Esto hace un total de 194.582 piezas, cada una de las cuales necesitaba manipulación manual. El total era de 5.095 toneladas. En contraste, el gigantesco MSC Daniela, que hizo su viaje inaugural en 2009, lleva 13.800 contenedores, con un peso de 165.000 toneladas. Una mejora por 30 en tonelaje y una reducción por 15 del número de piezas.

Un buen ejemplo, por cierto, de que hace tiempo que el trabajo mecánico es para las máquinas.

Foto | ecstaticist

Enlaces de la semana – 2

Llevo toda la semana esperando poder resumir mis lecturas de la semana. Pero claro, primero había que leerlas.

Ahora sí, vamos a ello.

¡Cómo somos! El Efecto Halo

Halo

Estoy leyendo Thinking, Fast and Slow de Daniel Kahneman, mago de los sesgos cognitivos. Es un libro largo.

Hace poco leí otro libro largo, The Origins of Political Order, de Francis Fukuyama (que, en los fans de la saga, evoca comparaciones con Juego de Tronos). Montones de párrafos marcados en el nook y ni un sólo post. Revisitarlo será imprescindible pero costoso. Como no quiero que me pase lo mismo con el libro de Kahnemann, prefiero comentar las cosas que más me llaman la atención, sobre la marcha. Quien mucho abarca, poco aprieta, ¿no?

Abarco pues el Efecto Halo, nombre acertadísimo de la predisposición para una coherencia emotiva exagerada.

Conocemos a una persona nueva y nos deleita su conversación. Bajo el Efecto Halo tendemos a pensar que, además de sociable, también es generoso, inteligente y diligente. Así es que recomendamos para un trabajo a personas que «nos caen bien».

Estamos de acuerdo con una decisión de una organización. Bajo el Efecto Halo estaremos por defecto de acuerdo con todas las demás desiciones de la misma. Así es como nos hacemos partisanos.

Predispuestos a percibir a las personas, las organizaciones y las cosas enteramente blancas o enteramente negras, agradecemos la supresión de la ambigüedad y el consiguiente relax cognitivo que proporcionan, por ejemplo, santos y celebridades.

El Efecto Halo no deja de ser trágico

El Efecto Halo es el responsable de que no haya «una segunda oportunidad para una primera impresión». Kahneman cuenta el experimento clásico de Solomon Asch que preguntó a los sujetos qué opinaban de dos personas con las siguientes caracteríticas.

  • Paco: inteligente – trabajador – impulsivo – crítico – tozudo – envidioso
  • Pepe: envidioso – tozudo – crítico – impulsivo – trabajador – inteligente

En el experimento, Paco es percibido como mejor persona que Pepe. Las características iniciales influyen en el significado de las características nombradas después. La tozudez de Paco se explica como consecuencia aceptable de su inteligencia, mientras a Pepe su inteligencia lo convierte en peligroso puesto que es una persona envidiosa.

Ambigüedades suprimidas, relax cognitivo alcanzado

La tragedia de la primera impresión es aun mayor si consideramos que para tener la primera impresión visual tardamos, al parecer, tan sólo 50 milisegundos. En menos de un abrir y cerrar de ojo, ya la tenemos: una impresión de una persona que vemos –o una web que cargamos– que desde ese momento, influirá en todo lo que viene después.

¿Cómo se rompe el Hechizo Halo? Con la activación de lo que Kahneman llama el «Sistema 2», el lado racional que tiene capacidad de soportar la ambigüedad y la contradicción, pues el halo lo crea el «Sistema 1», que es todo intuición y automatismo. Tiene un coste, claro: la pérdida del relax cognitivo, la expulsión del paraíso.

Imagen | Kevin Dooley